26/11/10

eclipse de mar

Que Luismi hizo suspirar a un estadio entero, que la novia de Cristiano Rolando apareció desnuda en una revista sin haberlo estado nunca, que una chica de 14 años murió en Río tras ser alacanzada por una bala perdida, que un mensaje de texto podría comprometer a De Vido, que llegan Busti y Urribarri a Gualeguaychú, que a un senador entrerriano no le parece adecuado que el vino haya sido declarado bebida nacional, que Independiente quedó finalista en la Copa Sudamericana, que una mujer y su hijo se intoxicaron con agroquímicos en un campo de Colón, que Cristina está Guyana participando de la cumbre de UNASUR donde homenajearán a Kirchner, que la cantidad de muertos a causa del cólera en Haití superó los 1.600, que las ventas en shoppings crecieron un 14 por ciento y que Ricardo Alfonsín y Hermes Binner, coincidieron en señalar que Margarita Stolbizer sería una "muy buena candidata" a gobernadora de la provincia de Buenos Aires; entre otras cosas, dicen esta mañana los medios de comunicación.


Y quién sabe cuántas otras cosas pasaron y no parece, porque los medios así lo decidieron.

23/11/10

esos malditos códigos

Hurgando libros ya leídos en busca de frases que ya he de contar para qué necesito, llegué a uno de los segmentos más humanos de Rayuela:

"Desde la infancia apenas se me cae algo al suelo tengo que levantarlo, sea lo que sea, porque si no lo hago va a ocurrir una desgracia, no a mí sino a alguien a quien amo y cuyo nombre empieza con la inicial del objeto caído. Lo peor es que nada puede contenerme cuando algo se me cae al suelo, ni tampoco vale que lo levante otro porque el maleficio obraría igual. He pasado muchas veces por loco a causa de esto y la verdad es que estoy loco cuando lo hago, cuando me precipito a juntar un lápiz o un trocito de papel que se me han ido de la mano, como la noche del terrón de azúcar en el restaurante de la rue Scribe, un restaurante bacán con montones de gerentes, putas de zorros plateados y matrimonios bien organizados. Estábamos con Ronald y Etienne, y a mí se me cayó un terrón de azúcar que fue a parar abajo de una mesa bastante lejos de la nuestra".

No sé si "humano" es adjetivo adecuado para calificar a este pedacito de Rayuela, pero fue lo que me salió porque este tipo de obsesiones se dan sólo en la especie humana, un motivo entre tantos que la hacen tan interesante.

Recuerdo que el novio de una chica que conocí en Concepción del Uruguay no soportaba que los códigos de barra lo "miraran". Cada vez que se sentaba a la mesa giraba aquellos productos cuyos códigos apuntaban hacia él. Así con la mayonesa, la botella de cerveza, la de jugo de limón.

20/11/10

un suave mensaje

Foto a modo de ejemplo

Según la publicidad, son las mujeres las que lavan los platos.

19/11/10

finde largo

Era una siesta calurosa, pero el pasillo de la facu estaba fresquito. Habíamos terminado Pronunciación de Alemán y esperábamos al profesor de P.I.T.V para volver al aula. El profesor Speroni llegó, como siempre, puntual. Chiquito, barbudo, comunista. "Hoy debería ser feriado nacional" dijo a modo de saludo mientras nos indicaba que pasemos al estudio. 
Esa siesta me enteré que en mi país se conmemoraba el día de la Soberanía Nacional cada 20 de noviembre.
Cuando Cristina decretó nuevos feriados y entre éstos incluyó al 20 de noviembre recordé a Speroni y supuse que debió haberse contentado y mucho, pero recién hoy, después de que el operador, Marcelo, me preguntara si el lunes laburábamos, me ocupé de averiguar por qué hay un día en el que se celebra la soberanía:

A pedido del historiador José María Rosa y por medio de la Ley Nº 20.770, se ha instaurado el 20 de noviembre como Día de la Soberanía Nacional, en conmemoración de la batalla de Vuelta de Obligado. Por las condiciones en que se dio esa batalla, por la valentía de los argentinos que participaron en ella y por sus consecuencias, es reconocida como modelo y ejemplo de sacrificio en pos de nuestra soberanía.
Ocurrió en 1845, en un contexto político interno muy complejo y con profundas divisiones, que propiciaron un nuevo intento de dos potencias europeas (Francia e Inglaterra) por colonizar algunas regiones de nuestro país.
Gobernaba Rosas, San Martín lo apoyaba desde su exilio y en todo el país se oyó el deseo de seguir siendo una nación libre y no una colonia extranjera, aun a costa del enorme sacrificio que ello significaría. 
El propósito de los invasores era ingresar por el Paraná, a lo que el gobierno argentino se anticipó preparando la resistencia al mando de Lucio Mansilla en un lugar cercano a San Pedro: Vuelta de Obligado. Las fuerzas enemigas superaban ampliamente, en número y en modernidad de su armamento, a las argentinas, que tras 7 horas de lucha fueron desplazadas.
Sin embargo, aunque pudo franquear el paso hacia el Paraná, el enemigo no pudo ocupar las costas (de vital necesidad estratégica), por lo cual su victoria no fue completa. En cambio, se vigorizó el espíritu nacional y desde todo el mundo los mensajes favorecían la defensa de nuestra soberanía, que finalmente resultó reforzada. 
El notable espíritu de resistencia manifestado en Vuelta de Obligado terminó de ratificar nuestra condición de nación libre e independiente, por cuanto aun quienes no simpatizaban con Rosas cayeron en la cuenta de que dejarse conquistar por fuerzas extranjeras no era una salida, y que el pueblo no iba a dejar que ello ocurriera.
El propósito de esta conmemoración, es contribuir a fortalecer el espíritu nacional de los argentinos, y recordar que la Patria se hizo con coraje y heroísmo.

Fuente: educared.org.ar

17/11/10

un amor de leyenda

Hoy me suspendí con esta historia, con esta narración de una historia que desde que la conocí me suspendió. La escribió María Rosa Lojo­, poeta, narradora, ensayista e investigadora del Conicet y tiene todos los condimentos de una historia atrapante: un héroe, una mujer bella e inigmática, una novia abandonada y loca, y un tridor.

Es 28 de junio de 1839: un día de invierno en Arroyo de la China (actual Concepción del Uruguay). Acaso es también un día de fiesta (aunque amarga y secreta) para Norberta Calvento, la señorita cuarentona que oye, desde la sala, el paso demorado de un ataúd. Sus ropas de luto no se deben por cierto a la muerta reciente que transita sobre la calle despareja. Desde hace dieciocho años, viste de negro por un hombre que le pertenecía y que esa muerta próxima supo robarle con descaro. Ahora tiene el consuelo de ver pasar, como reza el proverbio árabe, el cadáver de su enemiga. Tampoco ésa, la extranjera, ha tenido derecho, ni legal ni celestial, a llamarse viuda. "¿Pero es que le habría importado eso a la manceba?", se tortura Norberta. Las noticias del día siguiente la desalientan por completo. La Delfina ha muerto a solas, anticipándose al tango, "sin confesión y sin Dios, crucificada a su pena, como abrazada a un rencor". Nada debió de inquietarle la bendición de un fraile a la que se animaba a presentarse ante el Supremo de los Supremos tan arrogante y desnuda de toda protección como se había presentado una vez ante el Supremo Entrerriano. Si algo faltaba para cerrar el círculo de un melodrama ejemplar, la misma Norberta se encargaría de proveerlo años más tarde, cuando, por su expreso pedido, sería amortajada con el traje de bodas cosido en vano para su casamiento.

Pocas historias cumplen, en efecto, los requisitos de la pasión romántica con la perfección del ya legendario amor entre el caudillo Francisco Ramírez y su cautiva portuguesa, por todos conocida como La Delfina. Hay un héroe indiscutido (Ramírez) que, como deben hacerlo los amados de los dioses, muere joven; hay una mujer fatal (Delfina), tan bella como enigmática, que lo lleva involuntariamente a la muerte. No faltan dos personajes secundarios que completan el episodio: una víctima inocente de la gran pasión (Norberta, la novia abandonada) y un presunto traidor al héroe, por ambición y celos (el entonces coronel Lucio Norberto Mansilla). Se trata de un amor entre enemigos, y también entre un Príncipe y una Cenicienta. Un amor que ignora bandos y jerarquías, que rompe convenciones, que lleva su desafío hasta el último extremo.

El héroe. Ramírez era hijo de familia decente, de recursos. Su padre, Juan Gregorio, paraguayo, marino fluvial y propietario rural; su madre, Tadea Florentina Jordán, nativa de la provincia, dueña también de algunos campos. Leandro Ruiz Moreno sostiene que por la rama paterna se hallaba emparentado con el marqués de Salinas, y por la materna, con el virrey Vértiz y Salcedo. Más allá de estos encumbrados antecedentes, lo cierto es que Francisco Ramírez fue ante todo hijo sobresaliente de sus propios actos. Pasado ya el furioso fervor liberal y porteño contra los caudillos provincianos, que animó, entre otros, los textos de Vicente Fidel López, bien pueden verse hoy en esos actos también virtudes cívicas y civilizadoras no reconocidas antes, como ocurre con la ley de enseñanza primaria obligatoria, la fundación de escuelas, los avances en la institucionalización política de la Mesopotamia argentina.
Pero para la construcción de su mito no son tales aportes, sin duda encomiables, los que cuentan. Desde su temprana actuación, a los veinticuatro años, como chasqui de la Independencia, en los albores de la Revolución de Mayo, lo que distingue a Ramírez entre otros es su clarividente valentía y la suerte prodigiosa que acompaña sus empresas. Sabe disciplinar a los propios, emboscar y sorprender a los ajenos. Es él quien arrea todo el ganado que encuentra al paso, y se acerca a Buenos Aires, envuelto en polvo, fragores y bramidos, desconcertante, temible, sin que se sepa cuántos hombres comanda realmente. Es él quien ordena el cruce del Paraná, de noche, y hace nadar a los soldados gauchos asidos a la cola de los caballos para tomar, al día siguiente, la ciudad de Coronda. El, también, quien vence siempre, aun con tropas diezmadas; quien confunde el sendero del enemigo, o lo apabulla con un coraje ostentoso, hasta la última y definitiva batalla, que será también su primera derrota.

Cuando conoce a Delfina aún es aliado del santafecino Estanislao López y de Gervasio Artigas, en contra del Brasil y de Buenos Aires. Después de ganar en Cañada de Cepeda, en 1820, López y Ramírez entran en la ciudad del Puerto, pero no abusan de su triunfo. Su escolta es reducida y no se muestran proclives a la exhibición afrentosa ni a las indiscriminadas represalias (Ramírez acaba de perdonarle la vida a su primer jefe, el director supremo Rondeau, a quien descubre oculto en unos pajonales). Su único gesto de barbarie (o, simplemente, de afirmación victoriosa) es atar sus caballos a las rejas de la Pirámide de Mayo. Suscriben, con Buenos Aires, el Tratado del Pilar, a costa, para Ramírez, de un nuevo enemigo: Artigas, que le declara la guerra por no haber sido consultado a tal efecto.
Aunque el caudillo oriental sale perdedor en la contienda, pronto el entrerriano se encontrará completamente solo: en 1821, roto el Tratado del Pilar, López pacta con Buenos Aires, que ya tiene otros gobernantes. Podría decirse, sin embargo, que la soledad de Ramírez es la de la gloria, o la que le decreta la envidia de sus rivales. Por un abrumador plebiscito, Don Pancho es consagrado gobernador supremo de la República Entrerriana, que reúne las actuales Entre Ríos, Corrientes y Misiones. ¿Un reino propio, como aventura el poeta Enrique Molina? Sólo en algunas exterioridades fastuosas, porque El Supremo piensa en constituciones modernas, sin monarcas. Esto no le impide entrar en Corrientes con esplendor: bien vestidos (ha mandado hacer uniformes para todos sus hombres en Buenos Aires) él, los suyos y La Delfina, que gasta traje de oficial y chambergo con la misma pluma de avestruz que rubrica el escudo de la nueva república. En las galas de sociedad Delfina, no obstante, sabrá cambiar el chambergo por las flores y la peineta, y el sable por el abanico. Luego, en el campamento de La Bajada, donde habrá bailes, títeres, juegos de naipes, riña de gallos, carreras y hasta corridas de toros, dejará el abanico por la guitarra en la que –dicen– es diestra. Hacen bien en multiplicar expansiones y dispendios. Aún no lo saben, pero a su pasión pública le quedan pocas horas de fiesta.



La mujer fatal. La Delfina es un personaje definido mucho más por las incertidumbres que por las certezas. Ni siquiera se sabe si Delfina corresponde a un nombre o a un apellido (se la ha llamado también María Delfina). Su origen familiar, su posición social, han sido objeto de fluctuaciones similares: si unos la creen hija bastarda de un virrey brasileño, otros la suponen humilde recogida por una familia estanciera. Hay quien dice que marchó a la campaña contra Artigas siguiendo, fraternalmente, a un miembro de esa misma familia, mientras que otras voces menos corteses la toman por ramera, o la hacen amante de algún oficialito. Hasta su belleza (de consenso indudable) está signada por lo impreciso. Como ocurre con Francisco Ramírez, nadie sabe a ciencia cierta si fue rubia o morena, blanca o mestiza. Alguno (el poeta Molina) le atribuye voz de sirena criolla y destrezas musicales. No se sabe si alcanzó también el desahogo de expresarse en letra escrita. Criada en el campo, en Rio Grande do Sul, acaso ni siquiera haya cursado la enseñanza primaria, la única que se les impartía incluso a los varones, aunque fuesen hijos de familias acomodadas, como el propio Ramírez.
Otro rasgo de La Delfina es indiscutible: era una mujer valiente de puertas afuera (porque también hubo muchas y anónimas guerreras domésticas que en las más duras adversidades sostuvieron, ellas solas, sus familias). Su valor era llamativo, exhibicionista. Amaba los uniformes vedados a su sexo y los lucía, según parece, con gallardía inolvidable. No eran sólo una forma elegante de travestismo, sino verdadera ropa de trabajo: acompañó a su Pancho como coronela del ejército federal en todas las batallas, aunque esa dulce compañía le significó a su amante la muerte. Delfina aparece en este sentido como contrafigura de otra guerrera: doña Victoria Romero de Peñaloza, más eficaz que ella en las lides militares, y que por salvar (con éxito) a su marido, el Chacho, recibió la herida en la frente inmortalizada por la copla popular.
¿Por qué, siendo su cautiva y virtual esclava, se enamoró de Ramírez, y por qué éste, dueño todopoderoso, la convirtió en reina sin corona? Mucho se ha escrito sobre el estado de cautiverio femenino: crónico y también fundacional en la especie humana, donde el sexo, con el extraordinario poder de gestar y reproducir (y por ello reducido a la subordinación y el control), fue siempre botín de las guerras y prenda de las alianzas. Susana Silvestre, en su biografía amorosa de la singular pareja, dedica páginas lúcidas a la historia de las cautivas rioplatenses, mediadoras, con su cuerpo, entre dos mundos. Podemos suponer que a ella no le fue difícil dejarse encantar por Ramírez, hombre joven, en el cenit de sus talentos y de su buena estrella, cuyo carácter "despejado y audaz, amplio y prestigioso", con "algo de artista", es reconocido incluso por Vicente F. López. Las prendas personales del caudillo y la oportunidad de un fulgurante ascenso hacia el poder y la gloria, marchando y mandando a su lado como si fuera un hombre, debieron de mezclársele en una irrestistible combinación afrodisíaca. Y Ramírez, ¿qué vio en Delfina? Para que una modesta cuartelera presa lograra encadenar a un varón que podía disponer de todas las mujeres, y hacerle olvidar sus serios compromisos matrimoniales con la hermana de un amigo íntimo, debió de ser algo más que un cuerpo atractivo y una sensualidad bien dispuesta. Dulzura (la de la música, la de su lengua madre) habría, sin duda, en ella; no la pasividad o la excesiva facilidad, que matan el deseo. Cautiva, pero brava seductora; sin remilgos, aunque orgullosa en su indefensión, seguramente supo darse exigiendo, y ganó la batalla con Ramírez desde el primer encuentro, cuando el placer total, correspondido, borró la asimetría entre vencedor y vencida, y los dos fueron, uno del otro, prisioneros.

El traidor. En todo humano paraíso hay una serpiente, y ese papel parece tocarle aquí a don Lucio Norberto Mansilla, futuro padre de Eduarda y de Lucio V., entonces un joven coronel porteño con mundana cultura y sólidos conocimientos técnicos que puso, durante un tiempo, al servicio de Ramírez. Horacio Salduna, biógrafo del Supremo Entrerriano, le achaca a Mansilla la responsabilidad mediata de su catastrófico final.
Los dos hombres habían entrado en contacto durante las hostilidades entre Artigas y Ramírez, después de 1820. Mansilla colabora con sus trescientos cívicos y queda sellada una amistad marcial que no será duradera. Cuando Buenos Aires y López se vuelven contra Ramírez, que prepara –nada menos– una gran campaña con el fin de recuperar el territorio paraguayo para la Argentina, Mansilla se echa atrás, argumentando que no desenvainará la espada contra su ciudad de nacimiento. Ramírez acepta esta disculpa plausible, aunque le solicita que al menos conduzca a la infantería desde Corrientes hasta Paraná. Mansilla acata, pero no cumple. Su defección priva a Ramírez de las fuerzas imprescindibles para enfrentar a López, a Bustos y a Lamadrid y lo precipita hacia la ruina.
Salduna considera premeditada la traición de Mansilla, que se habría comportado desde el comienzo como infiltrado porteño. Buenos Aires y Santa Fe lo ayudarán, luego de la muerte de Ramírez, a coronar ambiciones personales con el cargo de gobernador de Entre Ríos. A la codicia política se habría sumado otra de distinto orden: Mansilla deseaba, también, los favores de La Delfina, como lo prueba la correspondencia intercambiada con el comandante Barrenechea, al que, ya desaparecido Ramírez, envía –inútilmente– como celestino.

El final: los testimonios próximos al hecho y la memoria popular sostuvieron siempre que Francisco Ramírez murió en el intento de salvar a Delfina de la partida enemiga que la había echado en tierra y comenzaba a desnudarla. Aunque hubo intentos de atribuir su muerte a otros motivos, se han desacreditado detalladamente estas pretensiones.
Después de que muriera, Ramírez fue decapitado y su cabeza, embalsamada, conoció en Santa Fe el escarnio público. Su amada logró volver a Arroyo de la China, donde lo sobrevivió por dieciocho años. Susana Poujol (La Delfina, una pasión) la imagina prisionera (al final, voluntaria) de la novia olvidada, Norberta Calvento, unidas ambas por el recuerdo y la soledad. Quizá no estuvo tan sola; después de todo (la carta de Barrenechea a Mansilla hace suponer que la cercaba, al menos, un cortejante), pero no se casó ni engendró hijos, y no intentó, tampoco, volver a su tierra natal.
Tal vez en toda esta historia de amor y muerte haya una insospechada ganadora encubierta: Norberta, cuyo deseo, por incumplido, nunca pudo gastarse. Como la Magdalena de El ilustre amor (Mujica Lainez), también, acaso, llegó a la tumba como un ídolo fascinador, envuelta en el vestido blanco de la única que pudo llamarse novia del Supremo Entrerriano.


La Delfina: (circa 1800-1839) probable hija del virrey portugués en Brasil. Acompañó constantemente y ejerció una gran influencia sobre el caudillo Francisco Ramírez.
Francisco Ramírez: (1786-1821) nació en la actual Concepción del Uruguay. Caudillo entrerriano, uno de los primeros líderes del federalismo. De familia prominente, se incorporó tempranamente (en 1810) a las luchas por la Independencia.

16/11/10

entre el río y el vaso

Potabilizar mil litros de agua en mi ciudad cuesta 60 centavos.
Por hora se potabilizan un millón de litros.
Por regla de tres simple deducimos entonces que cada hora se gastan 600 pesos para que el agua del río Gualeguaychú pueda beberse. 
Multiplicado por 24, que son las horas de un día, nos da 14.400 pesos.
Si seguimos multiplicando llegamos al resultado de 432.000 pesos invertidos en potabilización en un mes de 30 días, y 446.400 pesos en un mes de 31.

¿Qué hace esa doña refrescando las baldosas de la vereda todos los días?


13/11/10

las damas primero

Candela tiene 12 años, zapatitos nuevos y ganas de andar de novio. De novio con mi sobrino, que tiene 10 años, una Wii casi sin uso y un excellent en inglés.
"¿Querés ser mi novio?", le preguntó deshinibida la otra noche en la pizzería.
"Lo voy a pensar", respondió él.

olor a Cafayate

Ayer volví a lavarme el pelo con el Elvive Nutri Gloss, el rosado, el mismo que en enero 2009 cargamos en la mochila para recorrer el NOA, Luisina y yo; y me pasó algo fantástico. Apenas lo empecé a desparramar sobre mi pelo volví a verme en Cafayate, en cucliyas, enjuagándome la cabeza en el baño del fondo de una casa donde sus propietarios improvisaron un camping.
Fabuloso. Cerré los ojos e inhalé lo más profundo que pude para seguir de viaje. Volvieron a maravillarme la plaza, los grupos de mochileros que caminaban pateando piedritas, el río Chuscha y las remeras llenas de polvo. El dolor en los hombros colorados de carga y de sol. El manjar callejero a dos pesos: pan con queso de cabra. El viento en la cara. La lengua con vino.





la tapa del inodoro

Es fundamental que entre los integrantes del equipo de un medio de comunicación la comunicación no falle.

11/11/10

zarcegrafía

Los comentarios de quienes se dejan suspender en este blog siempre superan por lejos al post que comentan. Son más ingeniosos, más creativos, más instruidos, más chispitas. Se mueven, averiguan cosas y las aportan, se animan a opinar, a confrontar, a plantear interrogantes, se cagan de risa (muchas veces de mi). En fin, terminan suspendiéndome en la mayoría de los casos.
Lo que ayer dejó escrito Zarce en el post de los cambios en la ortografía española no tiene goYete. "Esto no se merece quedar acá perdido, último tras cuatro comentarios, se merece un post propio", pensé y, sin consultar al autor, acá lo publico:

Le sacaría la u a la Q pasando a escribir qeso, qien, qiero o qe

Haria una letra con el sonido CH (como la Ч del alfabeto cirílico) que tranquilamente podria ser nuestra letra muda H. Quedaría algo así: Checheno:Heheno o ЧeЧeno,Chetos putos: hetos putos o Чetos putos,chavo del ocho: havo del oho o Чavo del oЧo,Chapulin colorado: Hapulin colorado o Чapulin colorado, amigos chivilichados: amigos hivilihados, amigos ЧiviliЧados (segun el haman (chaman) Pepe Ramayad)

Unificaria las Ce y Ci con las Se y Si

La G seria solo para el sonido que tiene al poerla en A O U o UE UI.
Asi quedaria gerra en vez de guerra o gitarra sonando como guitarra.

El sonido que hoy hace la g con I y E lo reservaria para la J. Asi Gente seria Jente, general: Jeneral

Usaria una nueva letra para realizar el sonido de LL de esta manera simplificandolo en un símbolo. Podria ser la л del cirílico o la Λ del griego quedando лuvia o Λuvia

Agregaría letras que unifiquen sílabas usadas muy a menudo de manera similar a lo que hace la Ю ( IU ) en el cirílico o la я ( IA ) en el mismo alfabeto. quedando cЮdad o marя

Agregaria la letra θ (theta) para escribir los anglicismo que tienen las letras TH: θámesis (si , le pongo acento)

En fin , empecé simplificando y terminé agregando varias letras nuevas jaja...hasta lograr una
Newspeak no paro :P


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10/11/10

pago macho

Lean, y escuchen si pueden también, y suspéndanse con esta chamarrita de José Larralde.
Un regalo para los entrerrianos y una invitación a los de otros pagos.
De puras ganas que me dieron de que quien entre acá la lea, por entrerriana orgullosa, porque mi provincia es hermosa.

Hace rato ando faltando / de los pagos entrerrianos
y aunque me suebran las ganas / sólo tengo pa' soñarlo.

Hace rato ando pensando / de arrimarme a sus cuchillas
y recostao en un tala / llenarme de maravillas.

Darle piolín al arroyo / o cartucho al pajonal
y al silbo de una chamarra / poder sentirme bagual.

Entre Ríos, pago macho, / cómo quisiera volver
y enredao a una guitarra / sentir que vivo otra vez.

A una legua más o menos / hacia el sur de Villaguay
hay un rancho color tiempo, / abájese que anda por ahí.

Tal vez no encuentre al patrón / porque es hombre de camino,
amigo de la razón, / entrerriano y argentino.

Recuerde que allá hay abrigo / y agua fresca pa' la sed,
rancho de Pancho Velázquez, / si anda por ahí, bájese.

Entrerriano y argentino, José Larralde.

como la zapatería Calzamoda

El Cholo llegó a la radio y se dispuso a hacer el informativo de las 9.30 hablando lo más parecido a Carlitos, de la serie de dibujitos animados Rugrats. Dijo que se compró "Mucosolván", y yo pensé que aún si no supiera que el Cholo está lleno de mocos, ese medicamento, al ser denominado de esa manera, no podría servir para otra cosa que no fuera descongestionar las fosas nasales y más allá.
Al toque me acordé de las gotas óticas "Sincerum", y del recuperamemoria "Memorex Vital... ¡Y acordate de vivir!"
Hice el esfuerzo de evocar más nombres de medicamentos que a las claras indiquen para qué sirven pero no tuve éxito, así que recurrí al Google y al botiquín:

  • Estrianon
  • Niquitin
  • Refrianex
  • Muelitas
  • Alergiano
  • Neuroplus
  • SesCelulex
  • Mirus
  • Nasonex
  • Bactifren

8/11/10

cambia, todo cambia

Probablemente a los lectores de estos mundos les interesen los nuevos cambios en la ortografía de la lengua española, por eso copio y pego lo que escribió Javier Rodríguez Marcos para la sección "Cultura" del diario El País:

Limpia, fija... y jubila letras y acentos

Que la ortografía es un ente mutante lo ilustra bien el hecho de que, en 1741, la primera edición lanzada por la Real Academia Española apenas 30 años después de su fundación se titulaba Orthographía. Por otro lado, que la disciplina que rige la correcta escritura es un asunto sensible para mucha gente lo demuestra la polémica que se desató cuando en 1815 se eliminó la "h" de la palabra "Christo". Por eso, Salvador Gutiérrez Ordóñez, coordinador de la nueva Ortografía académica que publicará Espasa antes de Navidad, evita usar incluso la palabra reforma. No digamos ya revolución.


Pero más que la susceptibilidad de hablantes que se han acostumbrado a guión o quorum como otros se habían acostumbrado antes a obscuridad o Christo, lo decisivo es que, mucho más que el diccionario o la gramática, la ortografía constituye la mayor garantía de unidad del idioma: "En la inmensa extensión del mundo hispanohablante, el español presenta variedades fónicas y léxicas. Sin embargo, comparte unas mismas normas ortográficas. Por eso podemos leer a Rulfo y a Delibes como si tuvieran una misma voz". Puede que la palabra manejar no signifique lo mismo en España y en América, pero en las dos orillas se escribe exactamente igual.

Según su responsable, la nueva obra trata de ser razonada y exhaustiva -tendrá 800 páginas, casi cuatro veces más que la última, de 1999-, pero también simple y legible. Y sobre todo "coherente" con los usos de los hablantes y las reglas gramaticales. De ahí la pertinencia, dice, del consenso panhispánico perseguido por la comisión que ha representado a las 22 Academias de la Lengua Española de todo el mundo. El miércoles pasado, esa comisión, reunida en San Millán de la Cogolla (La Rioja), echó el cierre a la nueva Ortografía de la lengua española. A falta de su ratificación definitiva el próximo día 28 en la Feria del Libro de Guadalajara (México), Gutiérrez Ordóñez, sentado en la biblioteca donada a la RAE por Dámaso Alonso, repasa una obra que en unos casos "legisla" y en otros solo "orienta", pero que, pese a la sorpresa que puedan provocar algunas de sus "innovaciones", tiene cuatro pilares: "El uso, las autoridades (es decir, la literatura), la evolución de la lengua y la coherencia gramatical". Nada que ver con la incendiaria propuesta de García Márquez de jubilar la ortografía, "terror del ser humano desde la cuna". La ge y la jota siguen ahí; las haches rupestres, también. Algunas cosas, sin embargo, cambian.

- La i griega se llamará ye. Cosas del panhispanismo: América pierde la be alta y España, la i griega. Hasta ahora, algunas letras del alfabeto recibían varios nombres: be, be alta o be larga para la b; uve, be baja o be corta, para la v; uve doble, ve doble o doble ve para la w; i griega o ye para la letra y. La nueva Ortografía propone un solo nombre -"sin apellidos"- para cada letra: be para b; uve para v; doble uve para w; ye para y (en lugar de i griega). Según el coordinador del nuevo texto, el uso mayoritario en español de la i griega es consonántico (rayo), de ahí su nuevo nombre, frecuente en muchos países de América: "También decimos yeísmo". Por supuesto, la desaparición de la i griega afecta también a la i latina, que pasa a denominarse simplemente i.

 - Ch y ll ya no son letras. Desde el siglo XIX, las combinaciones de letras ch y ll eran consideradas letras, pero ya en la Ortografía de 1999 pasaron a considerarse dígrafos, es decir, "signos ortográficos de dos letras". Sin embargo, tanto ch como ll permanecieron en la tabla del alfabeto. La nueva edición los suprime "formalmente". Así, las letras del abecedario pasan a ser 27.


- Solo en casa, ambiguo pero sin tilde. Hasta ahora, el acento gráfico indicaba la diferencia de uso de formas como este y solo. Pero ya desde 1959 las normas ortográficas limitaban la "obligatoriedad del acento gráfico" a las situaciones de posible am bigüedad (Dijo que ésta mañana vendrá / Dijo que esta mañana vendrá; Pasaré sólo este verano / Pasaré solo este verano). Dado que "esos casos son muy poco frecuentes y se resuelven fácilmente por el contexto", la nueva Ortografía indica que "se puede no tildar el adverbio solo y los pronombres demostrativos". Eso sí, no se "condena" su uso si alguien utiliza la tilde. La RAE, no obstante, lleva ya décadas predicando con el ejemplo y, desde 1960, en sus publicaciones no pone tilde en ninguno de esos casos. Desde hace algunas semanas, este periódico tampoco.

- Un guion puede tener un goya, pero no una tilde. De los 450 millones de hablantes del español, unos pronuncian como diptongo lo que para otros funciona como hiato, por eso la RAE permitía la escritura con tilde a "aquellas personas que percibieran la existencia de hiato". Se podía, por tanto, escribir guion-guión, hui-huí, riais-riáis, Sion-Sión, truhan-truhán, fie-fié... La nueva Ortografía considera que estas palabras son "monosílabas a efectos ortográficos" y que, se pronuncien como se pronuncien, deben escribirse siempre sin tilde.

- 4 o 5 y no 4 ó 5. Las viejas ortografías se preparaban pensando en que todo el mundo escribía a mano. La nueva, entre tanto, no ha perdido de vista los ordenadores. Hasta ahora, la conjunción "o" se escribía con tilde cuando aparecía entre cifras (4 ó 5 millones). Sin embargo, los teclados de las computadoras han eliminado el peligro de confundir la letra o con la cifra cero. Y donde no hay peligro no hay señal de peligro.

- Gran premio de Catar. Aunque no siempre lo fue, como recuerda el coordinador de la nueva ortografía, la letra k ya es plenamente española, de ahí que se elimine la q como letra que representa por sí sola el fonema /k/: "En nuestro sistema de escritura, la letra q solo representa al fonema /k/ en la combinación qu ante e o i (queso, quiso). Por ello, la escritura con q de algunas palabras (Iraq, Qatar, quórum) representa una incongruencia con las reglas". De ahí que pase a escribirse ahora: Irak, Catar y cuórum. ¿Y si alguien prefiere la grafía anterior? Deberá hacerlo como si se tratase de "extranjerismos crudos": quorum, en cursiva y sin tilde. Los nombres propios, sin embargo, quedan excluidos. Llegará, pues, el día en que leer Qatar sea como leer London.

- La ex del golfo de México. Dadas las continuas dudas que provoca la colocación de las mayúsculas, la nueva Ortografía ha optado por un criterio claro: "Se eliminan de los términos genéricos que se anteponen a los nombres propios (golfo de México, calle Felipe IV)". Además, la partícula ex se homologa al resto de prefijos, es decir, "se escribirán unidos a la base cuando sea una palabra simple (exmarido, antisocial, proamericano)" y separados cuando "afectan a bases léxicas compuestas (ex capitán general, pro derechos humanos)".