29/2/12

no Blogger, no soy un robot

Puedo llorar, y mucho.
Puedo reír y mi risa siempre será una risa auténtica.
No puedo preestablecer las horas de sueño, ni mi rendimiento cuando estoy en actividad.
A veces aguanto menos, otras más.
Se me aceleran los latidos cuando algo me asusta, cuando algo me pone nerviosa.
Y cuando algo me avergüenza me sonrojo.
Aprendí a amar, sé como se hace de manera correcta sólo que a veces me equivoco.
Claro que sí, cometo errores.
Siento culpa.
No me da lo mismo estar sola. Soy con los demás.
Creo en Dios.
Sueño todas las noches.
Hay canciones que me generan una cosita muy rara y hermosa en el pecho.
Suelen picarme las plantas de los pies.
Antes me comía las uñas.
Siento celos.
Me eriza tocar la "Maizena" o que alguien raspe la cuchara en el pote de "telgopor"donde se envasa el helado.
Siempre ando extrañando a alguien.
Hago pis.
Mi pelo se opaca si no lo lavo todos los días o día por medio.
No me pueden faltar los cotonetes ni el hilo dental.
Si mi piel se raja me sale sangre.
Mis movimientos no siempre son precisos.
Con el paso de las horas me iré desgastando hasta que algún día dejaré de funcionar y no podrán repararme.

 Como todo lo escrito no alcanza, mejor escribo esas palabras chuecas


17/2/12

cambios

De un tiempo a esta parte los olores se han vuelto más intensos, los ricos y los feos. Intensos al punto de que algunos dulzores me repugnan y los que de por sí eran desagradables, ahora son directamente intolerables.
También he llegado a percibir más fuertes los colores y creo haberme vuelto más sensible a los ruidos. O me aturdo con los agudos o me asusto con los graves.
No puedo controlar los bostezos, puedo tapármelos con la mano como me enseñaron desde pequeña pero no los puedo evitar. Un cansancio agobiante me atrapa entera y en ese momento lo único que quiero es dormir. Me duelen los pezones si apenas los roza el corpiño y noto con agrado cómo aumenta el volumen de mis pechos.
De un tiempo a esta parte mi humor da vuelcos y giros imprevistos que no puedo controlar, pero afortunadamente quien los padece es la persona que de un tiempo a esta parte más me comprende.
Puedo decir que ya conozco en detalle la textura de la tabla del inodoro, que se ha convertido en la cosa que más abrazo después de la almohada. Y no nombro a mi marido porque no es una cosa; pero dejo en claro que es quien más abrazos de los míos recibe (sobre todo en este tiempo).
De un tiempo a esta parte más que nunca quiero trabajar un poco cada día para que este mundo sea un lugar mejor. Le presto más atención a mi economía, a mi estabilidad laboral, a los movimientos que hago, el peso de las cosas que levanto, a lo que ingiero. Miro con disimulado interés cuando paso por la puerta de los jardines de infantes y confieso que también he pensado, aunque no hayan sido más que unos minutos, en las escuelas y las universidades...
De un tiempo a esta parte me siento plena, satisfecha, mujer. Siento que estoy siendo parte de un milagro.

8/2/12

la visita que trajo la lluvia

Después del período de sequía finalmente llovió. Como soy una mujer del asfalto, todo lo que ocurrió después de la lluvia en los escasos metros cuadrados de césped que ahora tengo, me deslumbró.
La mañana siguiente a la primera lluvia apareció apostado en el umbral de la puerta del patio un bicho palo y se quedó allí tres o cuatro días. Casi ni se movía, y si lo hacía era cuando nadie lo veía. Ese bicho me encanta, era la segunda vez en mi vida que veía uno, me parece fantástico cómo puede confundirse con una ramita de árbol, y como no es asqueroso ni agresivo, con el bicho palo todo bien.
Lo que hacía años no veía y posterior a la lluvia vi, fue una repulsiva y rechoncha babosa. Algún repugnante instinto torturador debe haber en mí, porque sin dudarlo corrí en busca de la sal y me entretuve un buen rato viendo cómo la bicha se comprimía pizquita a pizquita. Allí quedó (porque todavía está) dura y seca, totalmente muerta.
Sigamos... la albahaca, el orégano y sobre todo el morrón que fue la última adquisición están hermosos, y lo estarían aún más de no ser por los cuatro hongos que no sé que tienen que venir a hacer a mi patio. Como si hubiera lugar para todos. Esos me joden a medias, no me agradan como el bicho palo pero tampoco me asquean tanto como la babosa.
Cuando ya creía que nada nuevo traería la humedad escuché a Damián a los gritos desde abajo preguntándome si quería ver una víbora...

¿Se ve?

Damián esperó a que yo termine de sacar fotos para empujar la víbora hasta la vereda