31/12/13

a secas

No me salen palabras de despedida de año esta vez. Debe ser el calor que secó la poca inspiración que me trajo diciembre. Digo, por echarle la culpa a algo. Por romper esa costumbre de echármela siempre a mí.
Hubiera querido dejar acá unas lindas frases sobre lo que se fue y lo que vendrá, y que quien lo lea se emocione un poco, se identifique en algún momento y al final de todo hasta tenga la amabilidad de agradecer mis palabras y ponderar mi prosa.
Nada de eso, este 31 de diciembre no me sale decir nada que no haya dicho ya, o que no hayan dicho otros. Si lo intento, quien me lee no hará más que perder el tiempo leyendo cosas que ya leyó - un poco más estiradas o más duras o más líquidas - pero las mismas al fin. 
Hasta el próximo año, lectores, que espero nos siga suspendiendo por acá. Que no dejemos de asombrarnos, ni de escribir, ni de leer.


23/12/13

volar


Dios le dio al ser humano muchas ventajas por sobre el resto de los seres de la creación; como aquello del pulgar oponible, que le permite prensar objetos con solo dos de los dedos de una mano. Le dio las palabras, un alma, unos cuantos tipos diferentes de inteligencia, y la voluntad, entre otras cosas; pero no le permitió volar por su cuenta. Entonces el hombre se las ingenió (claro, también tiene ingenio) para surcar el cielo de alguna manera. 

Helicópteros-parapentes-avionetas-aviones-paracaídas-dirigibles-cohetes-globos aerostáticos. 

Gustavo es hombre, y también quiso volar. Pero para lograrlo primero tuvo que despegar(se) y echarse a trotar, sin mirar cómo tomaban carrera los demás. En este objetivo estaba sólo el. 
Por primera vez. Sólo él. 
Entonces corrió, y estiró su brazo derecho, y se agarró fuerte. El envión le permitió levantar una pierna y la fuerza de su abdomen, la otra.
Un poco más de práctica y el suelo iba quedándose lejos.
Tanto y tan lindo voló Gustavo que se confió. Un día, antes de tomar carrera se vendó los ojos. Y así igual voló. Las piernas y las telas se trenzaban y se destrenzaban y vaya a saber cómo, pero siempre lograba quedar sujetado y no hacerse añicos los huesos.

Ya quisiera yo confiar en mi Dios, en mi país, en mi padre muerto, en mi madre cerca, en el hombre que amo, o en mí misma.
Como confió Gustavo.


13/12/13

un cuento de Landó


Era lindo cuando de niñ@s algún adulto nos contaba un cuento. Los improvisados en el momento estaban buenos porque maravillosamente coincidían con nuestras propias vidas en más de un detalle; pero los otros, los que alguien había escrito, también. A mi me gustaba Hansel y Gretel porque me resultaba de una astucia deslumbrante de parte de los niños eso de ir tirando miguitas de pan para reconocer luego el camino, más allá de que se las comieran luego los pájaros.
El martes por la mañana me dieron ganas de que me contaran un cuento, y la red social del momento fue la clave para encontrar al autor. Se llama Jorge Landó, es  un señor muy alto, de barba blanca, gualeguaychuense y anticlerical. Escribe hermoso. El cuento que me mandó es el siguiente, y se llama "Paraje La Garza Mora".
Que lo disfruten, como yo.




No me va a crer Don Luis, bah, si a mí nadie me cree. Pero había como docientos pa verlo al Nene Brunner en persona . Vinieron de todos laus, del Médano de Ceibas, de Paranacito, hasta de Gualeguaychú vinieron.

Y no mentía el viejo Aguinaldo Cevallos, se había acercado mucha gente al Paraje Garza Mora, caserío de unos setenta habitantes, pero con destacamento policial, capilla, posta sanitaria, y otros adelantos infrecuentes en la zona y en una población tan pequeña. Pero el Torcido Menoyo había nacido allí, y hoy era Diputado Provincial, jugaba sus influencias en beneficio de su pago el Torcido, su nombre de pila era Pío Papa, le decían Torcido porque de chico lo pateó una yegua y le dejó mal todo el costado izquierdo, desde entonces vivía medio de perfil, casi como los egipcios.
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Pa verlo al Nene llegaron Don Luis, pa verlo de cuerpo presente, la Rosa Aizpurúa estaba que se salía de la vaina. Hacía como tres años que no lo veia. La pista ´el cieguito estaba llena ´e gente.

La Rosa Aizpurúa, vasca de madre, y padre desconocido, era la “pareja” del Nene Brunner. El cieguito Artidoro Pereyra era ciego de nacimiento el pobre, pese a ello con la menguada herencia de su padre había edificado el emporio de la diversión del paraje. Boliche de copas, cancha de taba, pista para cuadreras, cancha de bochas. Y tres piecitas al fondo, que tanto servían de alojamiento para infrecuentes viajeros, como para que allí se prostituyera su hermana, la bizca Eudosia Sanjurjo, hermana de madre solamente. La bizca estaba siempre allí a disposición de quien la requiriera, no tan siempre se le sumaba alguna viajera, del oficio, que recalaba para retomar fuerzas y hacerse unos pesos. Y menos siempre cualquier mujer del pago que precisaba recomponer sus finanzas, o remediar sus carencias de afecto. En estos últimos casos trataban con Artidoro para que las ubicara en la pieza del fondo, la que no tenía luz, de modo que los clientes entraran sin saber con quien ni con que se encontrarían. Bastaba con disimular la voz ante el ciego y los clientes.
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Llena la pista Don Luis, quién iba a decir, por ese asunto del libro. ¿Qué les importaba el libro? si casi ninguno sabía ler. Era pa verlo al Nene.
Otra verdad del viejo Don Aguinaldo, al que nadie le creía a causa de su fama de mentiroso y borracho. Pero esta vez decía la verdad.
La Comisión de Fomento, todos amigos del Torcido, había conseguido un subsidio de la provincia para organizar algo que moviera un poco la vida del paraje.
Y a instancias del maestro, director y ordenanza de la escuela, organizaron un certamen literario. Los participantes debían presentar un libro de cincuenta páginas que versara sobre el Paraje Garza Mora. La extensión fue provincial, y el género podía ser cualquiera, cuento, novela, teatro, ensayo histórico, poesía. El único premio era la edición de doscientos ejemplares del libro, de los cuales el vencedor recibiría cien. El jurado lo integraban el presidente vitalicio de la Comisión de Fomento: Don Aparicio Fagúndez, el maestro Don Heraclio Paredes y el propio Torcido Menoyo.
Poco debió trabajar el jurado, pues se presentó una sola obra, que resultó ganadora por fallo unánime, el seudónimo empleado fue “Flor Silvestre”. La poca convocatoria del concurso fue cuidadosamente ocultada por los organizadores, que dijeron haber recibido más de cien trabajos.
Cuando se abrió el sobre para develar los datos del, o de la agraciada/o, todos los presentes quedaron helados. El triunfador fue el Nene Brunner.
Arduas fueron las pesquisas para dar con su paradero a fin de invitarlo para la entrega del premio.
Más arduas las gestiones para lograr que se confirmara la asistencia del triunfador. Pero al fin hubo una respuesta positiva y se fijó la fecha.
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Quién le iba a decir Don Luis, el Nene autor de libro, nunca le conocí esas mañas. Él sabía ser güeno pa cartear en el truco, cargar una taba, o hallar algún lazo antes que el dueño lo pierda. Habilidoso pa encontrar una soga y llevársela pa su casa, sin darse cuenta que había un ternero en la otra punta.
Pero escribir libro ni pa nada.
La fama del Nene Brunner estaba bien cimentada, tanto que debió mudarse de pago ante las reiteradas y sabias sugerencias del Torcido, su amigo de la infancia.
Poco se supo de él luego, ni la Rosa tenía noticias del amor de su vida.
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La cosa es que se ha juntao toda esta multitú pa verlo al Nene con libro. El cieguito ha puesto mesas en la pista y está despachando bebida a lo pavote.
El negocio de Artidoro Pereyra marchaba viento en popa, desde la mañana temprano, vino en especial, ginebra y refrescos. En una parrilla humeaban los chorizos. Había también truco y taba, para matizar la espera.
Las piecitas del fondo trabajaban a pleno. La bizca y dos forasteras hacían lo suyo a destajo, y el cieguito iba con su parte en todo.
Lo único que empañaba su dicha era que cada tanto el torcido invitaba una vuelta para todos, y a esas vueltas jamás las pagaba.
Un par de matronas del lugar rumoreaban entre ellas mientras se hacían cruces denostando la actividad ilícita e inmoral de las tres mujeres de las piecitas.
Pasado el mediodía la concurrencia vio llegar una camioneta, en las puertas un escudo y una sigla IPPSF. Los que sabían, medianamente, leer identificaron las letras pero se quedaron sin saber su significado.
Entre otras tres personas que descendieron del vehículo vieron azorados al Nene Brunner, riguroso ambo azul marino, camisa blanca, corbata verde y zapatos bien lustrados. Como recién afeitado y el pelo corto a la moda. Era preciso detenerse en su cara para reconocerlo. Era, sin duda, el Nene Brunner que todos conocían de sobra. Tez morena, facciones simiescas y la sonrisa que nunca se le fugaba del rostro. Nunca nadie supo por qué sonreía siempre.
-

Y yo, Don Luis, ya estaba mamau por unanimidá. Pero tengo tantos años de mamau que no se me escapa nada.
El Nene se reia por algo, lo conozco de gurí, algo se maliciaba.
Mirelón al Nene Brunner con libro, con su pinta ´e tape y su apellido alemán que nunca supo ´e dónde lo había sacau, porque a su padre no lo conoció.
Los recién llegados se plegaron al jolgorio general, la Rosa se colgó del pescuezo del Nene y lo miraba embobada. Los acompañantes del laureado querían comer, y el Torcido en persona se encargaba de atenderlos. Unas tiras de asado, chorizos y ensalada aparecieron en la mesa que tenían reservada desde el comienzo. El vino, tinto y blanco, se destacaba por ser de buena marca, entre tanto vino de damajuana que circulaba por toda la pista.
Había tiempo antes del acto protocolar de la entrega del premio y la presentación del libro del Nene.
De un colectivo de línea que hizo un alto en la ruta llegó, caminando, un hombre alto y muy flaco, del hombro le colgaba un portafolios negro, de lona.
El Torcido lo presentó, era un poeta y cuentista de Gualeguaychú, también profesor de Lengua, Literatura y Latín. Algunos se quedaron pensando si Latín era una lata chiquita.
El mismo Torcido, apelando al remanente de una partida destinada a la ampliación de una letrina pública que se construía sobre la ruta, lo había contratado para que se hiciera cargo de la presentación y análisis de la obra del Nene Brunner.
El profesor no dudó en sentarse en la mesa donde estaba el vino bueno y el asado. Hizo honores proverbiales a ambos elementos entre comentarios y carcajadas cada vez más estridentes.
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Le juro Don Luis que el profesor ese chupaba como ladrillo ´e cuarta y comía como lima nueva, ni que se fuera a acabar el mundo, era un desaforau pal tinto, no le duraba en el vaso.
La parte formal del acto estaba prevista para las cinco de la tarde. A eso de las cuatro y media los acompañantes del Nene se dirigieron a las piecitas, y cada uno en una se encerraron bien acompañados.
Como la plata no había alcanzado para contratar equipo de sonido un megáfono hacía las veces de tal.
El presidente vitalicio de la Comisión de fomento abrió el acto exaltando las virtudes cívicas del Torcido, ciudadano preclaro le dijo, benefactor de la comunidad. Al Nene lo calificó de poeta por “autonomacia”, y le cedió el megáfono al profesor que se lanzó al comentario de la obra. Le costaba articular las palabras a causa de la profusa ingesta alcohólica previa, no obstante citó en abundancia a Virgilio y a Borges, ilustres antecedentes del Nene Brunner. Habló de tropos y metáforas, de hipérbaton y metonimia, de paráfrasis y oxímoron, para terminar leyendo una cuarteta del libro que, solícito, le alcanzó Don Ricardo, el encargado de la edición.
“En los campos de La Garza
  ande relincha el peludo
  levanta cola la iguana
  con una flor en el culo”
Los aplausos lo alentaron para leer otra, el vino también lo alentó. Después de una parrafada en la que elogió la concisión y economía de lenguaje del Nene Brunner, comparándolo con Quevedo y Lugones, leyó este terceto:
“En el pago de La Garza
no hay animal que se pierda
¡Flor mierda!”
La ovación fue generalizada, la concurrencia deliraba de gozo, agitando pañuelos y sombreros, lo que le indicó al profesor que era tiempo de convocar al vencedor para ceñirle la corona de laurel que habían preparado las niñas del lugar.
El nene Brunner no aparecía, lo buscaron con empeño y nada. Unos chicos que, ajenos al acto, jugaban a la pelota muy cerca dijeron haberlo visto con la Rosa caminando hacia la ruta.
Los tres hombres que habían arribado con el Nene aparecieron demudados.
-

Tenemos que llevarlo de vuelta al penal de Coronda, si no nos decapitan.
Algunos comprendieron la sigla pintada en las puertas de la camioneta. “Institutos Penales Provincia de Santa Fe”.
-

¿Sabe Don Luis? el nene estaba guardau en Coronda, intentó asaltar una compañía de seguros, pero era tan chambón que lo agarraron.
Las gestiones del Torcido habían logrado que le permitieran asistir a la entrega de premios, ya que era el único y principal  premiado.
La policía local rastrilló en vano la zona. Cuando empezaron la búsqueda el Nene Brunner ya estaba a bordo de una lancha rápida por el arroyo Martínez.
A la noche bebía vino blanco helado en una suntuosa residencia isleña, junto al propietario, que no era otro que el Torcido mismo, la Rosa y la bizca.
El cieguito Pereyra contaba sus ganancias palpando con cuidado los billetes.
Los oficiales santafecinos optaron por mamarse y repartirse a las dos forasteras que quedaron, igual los iban a castigar luego.
-

Ya sabía Don Luis, el nene Brunner es capaz de joderlo al mismo Judas. Y si se junta con el Torcido Menoyo, ¡Pior!.
En el Paraje Garza Mora se sigue hablando hasta hoy de la ingeniosa fuga, aunque los diarios no dijeron ni mu.

Los lugares y personajes de esta historia pertenecen a la ficción. Cualquier parecido con sitios o personas reales es producto de la casualidad, que tantas veces acierta.

Jorge F. Landó

11/12/13

perdón

               
"No tengo palabras para pedirles perdón", dijo José Alberto Castro tras conocer su condena. 
Hacia años que trabajaba de camionero. Sabía tanto... Había hecho ese recorrido ciento de veces y en horarios diferentes. Tan clara la tenía José, que la madrugada del 4 de septiembre se creyó omnipotente. Tenía que cumplir horario de llegada, como siempre, y ese neumático roto kilómetros antes demoraba el objetivo. Además quería volver a casa, ver a sus hijos, y descansar. Concordia aún estaba lejos, la provincia-isla recién empezaba.

La oscuridad de la noche habilita al hombre a actos que el día impugnaría.

La solución a los problemas de José era ese atajo. Lo haría rápido, él sabía cómo. Hay otros que también lo hacen.

Una mala idea y la vida da un vuelco.

Claro, el no quería que ellos murieran. No los conocía. No sabía sus nombres. No sabía que también venían por la ruta esa noche.

Pocos meses después, una mañana de calor una jueza en Gualeguaychú leyó su destino: tres años y dos meses de prisión efectiva, más la inhabilitación para conducir vehículos automotores durante diez años. 

No podía creerlo, jamás se había imaginado pasar días en la cárcel. El no era un criminal. Pero sabía que se merecía pagar por lo que hizo. La culpa lo estaba torturando. Se sentía estúpido y tenía bronca consigo mismo. Quería pedir perdón y no sabía cómo, le dolía el dolor de esa gente.

"Fue una negligencia mía, fueron cinco segundos y por más que sea un chofer profesional soy un ser humano y cometo errores, ojalá no haya más estúpidos como yo. Lo lamento un montón porque sé que arruiné a una familia", le dijo José esa mañana en la sala a un periodista que se acercó a entrevistarlo. 
Durante el transcurso de la nota pasó algo que dejó atónitos a los empleados del Poder Judicial y que el diminuto grabador del periodista atesoró. Un muchacho joven, de unos 20 años, y un hombre adulto se le acercaron para abrazarlo. Eran el hijo y el hermano de la mujer que murió en la ruta aquella madrugada. Le dijeron que lo entendían, que no le tenían bronca y que lo perdonaban.

José pagará con años cárcel su negligencia, pero gracias a la inconmensurable grandeza del perdón que esos dos hombres pudieron darle José alivianó su culpa, que hubiera sido su peor condena. Su martirio eterno.

21/11/13

semblanza para tu cumpleaños

Podría decirse que nací tarde. Bah, tarde en la linea de tiempo familiar, porque en definitiva nacemos cuando nos toca nacer y punto. Prueba de esto que digo es la diferencia de edad que tengo con mis hermanos. Claudio, Andrea y Fabricio. Cuando llegué, ellos estaban decidiendo qué carrera estudiar, de manera que crecí entre adultos con privilegios de unigénita. Dada esta circunstancia que no viene al caso profundizar ahora, jugué más con mis sobrinos mayores que con mis hermanos. Sin embargo hay uno de ellos que desde siempre ha tenido la capacidad de regresar a la infancia y arrastrar consigo a quien se proponga.
Me muestran las fotos, que se pasaba las siestas de sus vacaciones de estudiante universitario disfrazándome con ropas de los abuelos. 
Harto, supongo yo, de tanto que le pedía que me contara el cuento de la caperucita roja me convenció que la niña fagocitada por el lobo feroz y su abuelita estaban enterradas en la cocina de casa, y que además era puro cuento eso de que el cazador las había salvado. ¡ A él también se lo habían comido!
En fin, meterme los perros en la bañera mientras yo estaba bajo la ducha, robarme las papas fritas del plato; irrumpir en mi habitación, desgraciarse y mandarse mudar cerrando la puerta, son apenas algunos ejemplos. 
Hace unos cuarenta años que dejó el cuerpo de niño. Quien lo conoce ( pero no tanto como yo) dirá que estoy fabulando, porque su imagen es de hombre serio, parco, seco. Pero no estoy mintiendo. Explico: correr a alguien con una rana toda una tarde de campo y no perder de vista el objetivo hasta lograr prender al pobre bicho en una de las piezas de la bikini de la víctima no es algo que haría un abogado de 47 años, pero sí es algo que haría el Chali.


31/10/13

ojos que no ven

Ayer de tarde conocí a Eduardo. Adolfo, el señor gordo de la dirección de Tránsito municipal, me lo presentó y propuso que saliera al aire en el espacio de la columna de Educación Vial para hablar de accesibilidad en la vía pública y la responsabilidad que tenemos todos en este espacio que compartimos.
Eduardo tiene 53 años. A los diez, en un recreo en la escuela, quedó ciego. Un juego, una gresca, un puntero, un golpe entremedio de sus ojos y el mundo se le apagó.
Siendo joven se fue a Buenos Aires a estudiar cuestiones relacionadas con la mecánica de los autos en un instituto para ciegos, allí primero que nada le enseñaron a trasladarse por sí solo y a escribir usando el sistema Braille.
Desde hace años es la única persona ciega que camina sola por las calles de Gualeguaychú (también es capaz de hacerlo en la capital de los argentinos). Quien lo ve intenta unos segundos imaginarse como sería caminar sin ver donde se pisa, quien viene por la otra cuadra, qué tan altos están los árboles de la plaza...
Eduardo marcha a paso ligero, muy cerca de las paredes de las viviendas dando golpecitos con su bastón blanco. Dice que los obstáculos que encuentra más a menudo son los postigos de las ventanas abiertos hacia la calle, motos y bicicletas estacionadas arriba de la vereda y bolsas de arena, pozos y obras en construcción sin señalizar. Así y todo, igual camina solo. Todas las tardes da clases de orientación y Braille a un grupo de ciegos y disminuidos visuales de todas las edades.
"Toda persona ciega necesita ayuda, el que dice que no, está mintiendo" asegura, y le pide a la gente que cuando vea a un ciego por la calle le ofrezca su ayuda sin miedo, que no le va a decir que no, y menos enojarse.
Hay que ponerse delante, dejar que coloque una mano sobre nuestro hombro y caminar. Nada más. Ellos saben percibir así cuando se sube o se baja un escalón.
Y lo ayudé a salir del estudio de la radio. De la silla frente al micrófono hasta la vereda. Y lo vi marcharse ligerito por calle Maipú hasta perderse de mi vista.

24/10/13

la noche que Verónica regresó

Verónica se había ido, lejos. Para enseñar y para aprender, porque ella quiere que el mundo sea un lugar mejor para todos. Quiere que nadie explote a nadie. Quiere personas libres. Quiere justicia.
Cuando regresó, Verónica estaba llena de cosas nuevas. Tantas vivencias le habían agrandado el mundo, y las palabras se le salían solas por la boca.
La noche que Verónica regresó la luna también estaba llena, y flotaba blanca sobre el campo entrerriano.
Entonces Verónica escribió:

El cinturón de Orión apenas se insinúa. Hay fondo de cielo azul clareado y velos de nubes trazados al descuido, como plumazos desparramados, suspendidos entre el espacio y el suelo.
El campo también está velado; masas oscuras de árboles se acercan y se alejan mientras viajo de regreso. De a ratos, las claridades a ras de tierra se me figuran linares florecidos, aunque... ni siquiera sé si es el tiempo del lino. Solo sé que me gusta su color sobre el campo, cielos de lino ensayando giros entre los dedos del viento. Y el frescor tan verde de los alfalfares. Y las masas rojizas y densas del sorgo...


Pero el sorgo es de marzo, pensó.
Verónicasoledad.
Verónicasilencio.
Alguna luz a lo lejos.


Y la luna redonda y blanca se adueñó de todas sus visiones.

9/10/13

carta para un primer cumpleaños

Deseo que siempre encuentres luz, aún en la tristeza más honda.
Y que tengas abrazos y besos a tiempo.
Quisiera alejarte de todo riesgo y amenaza, y que nada te duela;
pero no es así como se vive. Los rasguños, y los tropiezos, y las angustias, también son parte de todo esto y aunque no lo parezca, sirven.
Espero darte lo necesario, ni menos ni más.
Para flotar, llegar a tierra. Sembrar, y esperar. Y detenerte luego a disfrutar y compartir la cosecha. Quiero que siempre encuentres libros y hojas en blanco. Para volar.
Que conozcas muchas historias y que construyas la tuya. Que mezcles colores. Que te engrudes las manos.
Que suene la música. ¡Que hagas música sonar!
Que siempre que puedas bailes libre, sin zapatos y sin reglas. Como ayer a la siesta.
Quiero que ames. Con todas tus fuerzas, que ames.
Que te enternezcan los bebés y que respetes profundamente a los viejitos.
Los animales, las plantas, los ríos, tus hermanos, tus vecinos; incluso las personas que no conocerás jamás son parte de la creación (como vos); y como tales, tenés que cuidarlos.
Procurá no lastimar a nadie, y si alguna vez lo hacés, no te quedes con la culpa ni el temor, sé valiente y pedí perdón.
No te olvides nunca de la sonrisa, es el elemento principal de la hermosura.
Tampoco te quedes con la duda, preguntá; así vas a evitar malentendidos y a la vez vas a aprender muchísimo.
Y en el camino, me enseñás vos también a mí.



25/9/13

mamá

Así me pasaba largos ratos al día. Con la pera rozando la clavícula; consternada, embelesada, mirando y admirando mi propia panza. No recuerdo haber vivido algo más suspensivo que la vez que sentí que se movía. Mariposas-pececitos-burbujas. Y mis ojos bien abiertos, y mis latidos acelerados y mi respiración retenida por si se llegaba a repetir...¡Por Dios! Un ser humano estaba formándose adentro mío. ¿Cómo puede ser que antes de que me pasara a mí lo haya tomado con tanta naturalidad?. Cuántas preguntas. Cuánta ansiedad. Miedos y sueños y proyectos bailaban dando saltos, y me desvelaban. La esperaba desde siempre, mucho antes de la primera incertidumbre frente al almanaque; la esperaba desde el momento en que entendí mi condición y supe que algún día yo también podía ser mamá.

16/9/13

la princesa Agustina











Días atrás la Policía de Concordia descubrió en la calle a una nena de 12 años ejerciendo la prostitución. Cuando se acercaron a ella, les dijo que era su mamá la que la obligaba a acostarse con hombres a cambio de dinero, que luego debía entregarle. También contó que su mamá también obligaba a sus hermanas a hacer lo mismo.
La nena se llama Agustina, y ahora está en una residencia dependiente del COPNAF (Consejo Provincial del Niño el Adolescente y la Familia).



En medio de la maraña informativa de este lunes aparece, como una isla tenebrosa, esta 
noticia. 
¿Podrías detenerte unos segundos y ponerte en el lugar de Agustina? 

Feo, ¿no?

Probá un rato más. 
Pensá en la noche, en el frío, en lo lindo que sería estar al lado del fuego en lugar de estar 
caminando por estas calles inhóspitas, con estas botas y esta ropa incómoda que obligaron 
ponerte. 
Las nenas de tu misma edad todavía se ilusionan con historias de princesas, que usan vestidos
amplios y bailan. 
Son lindas, y lucen felices las princesas... 
Pensá en esos hombres, enormes. Enormes si, son mucho más grandes que vos y tienen 
mucha fuerza. 
Te dan asco. Mucho asco. Escupirías sus caras cada vez que los ves acercarse. Y saldrías 
corriendo con tal de evitar las manos. Otra vez las manos, y la saliva, y el dolor, y la sangre.
Y el dolor.
¿Pero adónde? ¿Quién podría ayudarte?
Esa vez que intentaste resistirte, el hombre se enojó mucho y recordó que había pagado 
dinero para que vos te portaras bien y hagas lo que él te pidiera.
Tenés tanto miedo.
Estás tan sola. 
¿Quién podría llegar a darte amor, si ni tu mamá lo hace?.


Sin clientes no hay trata.
Desde el lugar en el que estés en esta sociedad hacé lo posible para evitar Agustinas tristes.

4/9/13

visitas guiadas

Lo que voy a relatar ahora probablemente ocurra en todas las visitas guiadas, o al menos en las que se generan en torno a la vida de un personaje de la historia cuyos actos han originado controversias entre admiradores y detractores. Justo José de Urquiza aún los tiene, y en cada contingente de turistas que llega al imponente palacio que el general construyó de la manera más europea posible y donde vivió hasta ser asesinado a balazos, se encuentran ejemplares de cada bando.
Al comienzo del recorrido todos permanecen callados y atentos a las prolijas descripciones del guía, pero a medida que la visita avanza van tomando confianza y se sienten preparados para ampliar la información suministrada, emitir opinión e incluso disentir con el relato. Entonces, empiezan a destacarse del resto, urquizistas y rosistas. Y todo sirve, hasta el más ínfimo aspecto de la vida doméstica, para desprestigiar a uno o a otro. ¡Me olvidaba! el que también entra en la jugada es Domingo Faustino Sarmiento, el padre "delaula", quien anduvo de visita por el lugar y según dicen, regresó a Buenos Aires sorprendido de los avances de los que eran capaces los hombres de las provincias. (El Palacio San José fue la primera construcción con sistema de agua corriente del país).

La última vez que recorrí el palacio fue en un grupo compuesto por un par de señoras probablemente solteras y claramente enamoradas de Urquiza, que conocían todos los detalles sobre su vida y eran capaces de perdonarle tanto su retiro de Pavón, como su apoyo a los aliados contra Paraguay. Y si alguien cuestionaba la frondosa descendencia del entrerriano, ellas lo justificaban diciendo que era un hombre apuesto. Pero no les fue fácil llenarlo de laureles, pues también nos acompañaba un matrimonio con acento porteño que fueron los encargados de agregarle los "pero" a las alabanzas, y de recordarle al guía lo mucho que también había aportado al federalismo Juan Manuel de Rosas. 
A la frutilla del postre de este paseo, y lo que lo hace más suspensivo aún, la obtuvo Damián, él escuchó cuando una de las septuagenarias admiradoras le dijo a la guía al terminar la visita: "Gracias querida, me refrescaste todo lo que ya sabía".


26/8/13

capítulo 7



Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.




Hoy, que las efemérides recuerdan su nacimiento se me dio por compartir uno de los capítulos de su gran obra, Rayuela.

15/8/13

gestos

Ella le mandó una carta.
El no sólo la leyó, entre tantas que le habían llegado últimamente, sino que la llamó a su celular.
Ella es Josefina, una gualeguaychuense de 34 años que no está pasando por un buen momento de salud.
El es el Papa.

10/8/13

la rueda de la fortuna

Era uno de los viernes más fríos del año, y sin embargo igual quisimos cenar fuera de casa. Lo hacíamos siempre que teníamos unos manguitos extras y algo para celebrar o algo para conversar, o porque queríamos darnos un gusto. Estacionamos el auto frente al río, y mientras caminábamos hacia el luminoso restorán al otro lado de la calle, un muchacho flaquito, algo encorvado y con las manos refugiadas en los bolsillos del buzo tipo canguro se ofreció a cuidarnos el auto. Nadie lo dijo, el trato estaba implícito, al regresar debíamos darle unos pesos. Continuamos caminando hacia la gran puerta de vidrio, sabíamos que al pasarla el lugar iba a estar calentito y que en no más de cuarenta minutos estaríamos comiendo. Yo llevaba a Miguelina en brazos y Damián empujaba el coche. Me di vuelta y vi como el muchacho se recostaba en la balaustrada de espaldas al río. Ese buzo es una burla para este frío impiadoso, pensé. Y él tan flaquito. Pero seguí avanzando, voltee la cabeza y así de fácil dejé de verlo. (¿Dejé de verlo?). Allá enfrente el panorama era tan distinto...
Nada iba a quitarme del alma ese sentimiento áspero y amargo, ni la propina que le dimos, ni el chocolate que le regalé. Ni siquiera la breve charla amable que entablé con él.
En mi mente se representaba una de esas ruletas en las que el hecho de que el puntero se quede señalando el casillero de la fortuna depende del azar. ¿Por qué mi hija tuvo la suerte de nacer en una familia que cada tanto puede darse el gusto (aunque contando los billetes) de pasear y pagar por una cena y a ese muchacho le tocaron la noche fría, el techo lejos, los ojos en los autos ajenos y la balaustrada?
¿Hay algo realmente transformador que podamos hacer o vamos a seguir haciéndonos los estúpidos sosegando nuestras consciencias dejando propinas y llevando bolsones de ropa que ya no usamos a la parroquia del barrio?
¿Qué tal si fuéramos vos y yo los que tengamos que estar ahora cuidando autos en la costanera? Y en ese caso, ¿cuál sería nuestra visión del mundo?

9/8/13

cosas de domingos por la tarde

Se supone que las madres, entre tanto andar cargando con las cosas propias más las de sus hijos, con el correr del tiempo van ganando practicidad y logran trasladarse con lo necesario sin hacer demasiado bulto ni generar(se) demasiado peso; pero mi madre, que también es madre de mis tres hermanos y abuela de cuatro, evidentemente no.

Para salir a dar vueltas y tomar mate
 ella cargó las galletitas... en un frasco de vidrio.

26/7/13

la "corpo" ya usó el eslogan K

Algo impensado hoy. Clarín proponiendo un producto "para todos", expresión asociada al, y acuñada por, el kirchnerismo.
Cosas que una encuentra mirando libros viejos sobre un estante en la casa de una amiga.

8/7/13

para Esteban

“Yaguar i guazú”, le decían a este río los primeros habitantes; “Gualeguaychú”, entendieron los conquistadores, y así quedó. La ciudad lleva como nombre una mala interpretación de tres palabras guaraníes que hablan de un tigre grande y del agua.

El paisaje de la foto es un rincón del río Gualeguaychú que conocí hace un par de años. No sabría cómo regresar, ni ubicar a quién quiera saber dónde queda, pero puedo averiguarlo. 

7/7/13

la última vez

Quedó impregnada
en las yemas de mis dedos la suavidad
que tenía
la palma de tu mano
la última vez que la tomé,
queriendo retenerte
porque no quería
por nada en el mundo
que te fueras.

Pero (¿te fuiste?)
igual.
Porque así tenía que ser.
Porque así lo quiso Dios.
Dicen.
Que hay que saber resignar(se).

Aceptar,
confiar, que luego el sol calentará lo suficiente para secar toda esta humedad.

De mi ojos.
De mi alma.
De mi palma, buscando
febril, la suavidad de la tuya.



Porque, cómo hago ahora para perdonarte y
pedirte que me lleves a la plaza y
me hamaques fuerte hasta
tocar con mis pies la copa del árbol.

23/6/13

pasos

Fueron tres.
Chiquititos.
Titubeantes primero, decididos después. Firmes un segundo. Débiles al fin.
Nacieron con una canción del negro Aguirre de fondo, entre variopintos objetos indefensos.
Con papá en la largada y mamá en la meta.

19/6/13

La tía

Aparece en las fotos de todos los bautismos, primeras comuniones, recepciones y hasta en un par de vacaciones de todos sus sobrinos. Dicen que a falta de hijos propios fue haciéndose cada vez más tía y al llegar al decimosexto sobrino ya nadie podía ser más tía que ella. Es que María Rosa es un montón de cosas: mujer esbelta de mirada clara, propensa a la lectura de novelas, maestra rural, poeta en la intimidad de sus noches a solas, católica de las que van a misa y saben rezar el rosario, supervisora de enseñanza privada, ahora jubilada, consumidora de excursiones por el mundo y esmaltes para uñas perlados; se enojaba con Menem como ahora con Cristina y con Boudou, usuaria de Facebook y no muy buena cocinera, lectora de diarios, oyente de radio y de las canciones más románticas de Perales y Marco Antonio Solis. Pero por sobre todas las cosas es tía. En mi diccionario la palabra tía se define con su nombre. No se bien cuántos años cumple hoy pero allí estaremos celebrando su vida porque ella siempre ha estado presente en la nuestra.

3/6/13

un Snoopy en Magnasco al norte

 Los bichos no dejan de sorprenderme, y pareciera que en mi nuevo (aún soy nueva en esta parte de la ciudad) barrio, más todavía.
Hace un tiempo y a pocas cuadras de mi casa encontré, sin soporte que lo sostuviera, a un perro sentado sobre sus muslos manteniendo su lomo derecho y en perfecto equilibrio cual maestro de yoga. (Haga click acá para verlo).

Y ahora esto:

22/5/13

del patio a la salsa

Ya lo he dicho: yo de botánica, cero. Distingo apenas un par de especies arbóreas y las flores, a excepción de las más conocidas, se me confunden todas. Creo que de niña no me cultivaron el interés por esta parte de  la creación, sí el respeto, sí el cuidado, pero la instrucción fue poca y nunca nada que estuviera aferrado a la tierra alcanzó a maravillarme.
Una vez plantamos un árbol en el patio del colegio, pero el proyecto fue tan colectivo que se diluyó. Fuimos todos y por lo tanto nadie en particular (y menos yo). No recuerdo de qué especie se trataba y nunca me acordé de observar cómo crecía. No sabría decir exactamente dónde está, si es que aún está. También tuvimos una huerta. Todos los terceros grados cuidaban una durante el año. Yo prefería sacar los yuyos con un cuchillo viejo de mi abuela y abocarme más bien a la confección y mantenimiento del espantapájaros.
Sin embargo ahora, que estoy grande y sentada al lado de la ventana que da al patio, me conmueve ver tres frutos rojos agobiando con su peso los gajos de la planta de morrón que yo misma planté. Sin tener ni la más mínima idea de cuál sería el lugar más apropiado y sin otorgarle mayor cuidado que el de echarle un poco de agua cuando pasaban días sin llover, nacieron morrones. Y son mis morrones, y los puedo cortar en cubitos  chiquititos y ponerlos en la ensalada como hago con los morrones que compro en lo de Chiche.
Es vida y es alimento que se ofrece generoso desde ese rincón de nuestro patio.




18/5/13

palabras encarnadas



Las palabras tienen dueño, por ejemplo: la palabra "epíteto" es de mi madre. Sucede que los dueños de las palabras no son plenamente conscientes de su pertenencia. Con seguridad puedo afirmar que mi madre no sabe que "epíteto" le pertenece. Lo sé yo, y quizás alguien más. Y lo sé porque leyendo una página de un libro encontré esa palabra. Entonces se fue Horacio y el Club y la Maga enfermera de Pola y apareció mi madre pronunciándola. "Epíteto". Sólo esa, ni la que le antecedía y la que proseguía. La dijo, porque era su palabra, y se fue.
Las palabras se les encarnan a sus dueños en la piel de la cara, y cuando esto sucede ya no hay nada que hacer. Todos nos iremos con nuestras palabras encarnadas, en la comisura de los labios, debajo de los ojos, entre la ceja y el párpado. Eso depende de cada palabra. Están a las que les sientan bien los pómulos y a las que no.

13/5/13

anoche

/Silbo en la oscuridad, 
Animal sin reposo; 
Torres de la vigilia, 
Candela de los ojos/

Siempre,
de alguna manera volvés.
Parecías tan real...
Inequívoco,
flagrante.
Si hasta pude escuchar eso que nunca te animaste a decir.
(¿O era lo que yo quería que dijeras?)
Palabra por palabra.
¡Al fin!
entrecortadas,
apuradas,
amontonadas,
susurradas, desesperadas
así.
como una gota detrás de otra
fueron cayendo sobre mí,
golpeándome.
Llevaba años esperando,
generando situaciones oportunas,
arriando agotada el curso de las cosas,
tratando de que fuera tu boca la que hablara y no las otras.
Tu voz.
Desesperé, insistí, lloré,
y finalmente decidí cansarme.
Irme,
y que te fueras.
Que te fueras en serio.
Vos y tus palabras no dichas.

Sin embargo anoche...

5/5/13

gotas

Una tarde que llovió, desde adentro miró hacia afuera. Por un momento también cerró los ojos. Procuró no pensar en ninguna melodía. El reto consistía en hacerlo después. 
Entonces escribió.


Es un ave extraña o un reptil voraz
que fagocita en picada 
sus inmóviles tangentes
de transparencia tenáz.

Mártires del trueno o de las mañanas
tendrán la muerte y la vida
en el romance del sol
con sus bellas amalgamas

Gota por gota va
mi reflejo enmudecido
para soltar su rugido
en un gigante de sal

Lento en la bajante siguen su destino
de calma en las grietas,
de vida en las lenguas,
de peine de linos

Comparten camino hermanas surgentes
y el salto en las correderas
eleva el arruyo
del canto simiente.


Gota por gota va
mi reflejo enmudecido
para soltar su rugido
en un gigante de sal

Damián Lemes



3/5/13

puro, incondicional

"Nunca nadie va a mirarte con tanto amor", me había dicho Mariela, delante de su hijo Yamandú, de seis meses en ese entonces. No recuerdo si yo estaba embarazada. Lo cierto es que le creí fervientemente sin saber de qué se trataba.
Hoy puedo dar fue de aquello que me dijo Mariela.
Nada se compara con lo que siento cuando Miguelina me mira.

24/4/13

el dolor del asfalto


Andando por las calles de mi ciudad es probable que te encuentres con alguna estrella color amarillo pintada sobre la calzada, y si no se despintó por el paso de las ruedas, también podrás notar que dentro de la estrella  hay un nombre y una fecha. 
Se trata de la campaña de estrellas amarillas que también se realiza en otras ciudades argentinas.
Allí donde hay una estrella murió una persona producto de un accidente de tránsito. Los que llevan adelante esta campaña prefieren no decir "accidente" sino "hecho" de tránsito, por tratarse de acontecimientos que pudieron haberse evitado de no ser por el negligente incumplimiento de la ley por parte de uno o todos los involucrados. 
En Gualeguaychú ya se han pintado casi cincuenta estrellas. Y quedan otras por pintar. Nadie lleva la cuenta de cuántos han muerto en las calles. Parece mentira que sean tantos. Es necesario y es urgente que una vez que se pinten las que restan no haya nuevas por pintar.
En la esquina de mi casa hay una estrella que lleva el nombre de Miriam, una joven madre que venía desde el norte por calle Magnasco, conduciendo el auto acompañada por sus hijitos. Recuerdo el ruido del impacto. A mi vecinos, a mi suegro, a Damián yendo a socorrerla. El pavimento ardía porque era verano y su cuerpo tendido y dolorido sobre el asfalto no encontraba alivio. Los chiquitos lloraban y gritaban mamá, y las empleadas de la panadería los abrazaban. Cada minuto sin la ambulancia fue una hora, o una eternidad.
Miriam había frenado porque el semáforo estaba en rojo y avanzó cuando se puso en verde, pero un camionero que transitaba por el bulevar no cumplió las reglas y siguió andando cuando debería haber parado. Chocó el auto de Miriam, la puerta de abrió, y ella, que no llevaba cinturón de seguridad (porque en la ciudad para qué) salió despedida.
La campaña invita a la reflexión. Algunos se persignan y elevan una plegaria por ese ser que abrupta y dolorosamente se fue. Es que tenés que ser de piedra para no conmoverte al pasar por una estrella. Tenés que ser de aire para no ponerte el casco cuando andás en moto. Bastante zonzo si crees que no hace falta el cinturón en la ciudad. Necio si pensás que todo lo podés, incluso atender el celular cuando vas a volante. 
Ser parte de a masa del tránsito implica un compromiso mucho más serio del que crees. Es la vida de las personas lo que se pone en riesgo ahí afuera.



19/4/13

desde el comienzo

Hoy es el día del aborigen. La palabra aborigen proviene del latín ab origine que significa desde el comienzo. Hoy se conmemora, después de tantos años de hiriente desprecio, a quienes estuvieron desde el comienzo, antes de los que llegaron a apropiarse y a imponerse a fuerza de cruces y espadas (pero con estas últimas ante todo).
La ciudad donde vivo lleva el nombre de la incomprensión. De lo que quedó resonando en los oídos españoles de lo que los guaraníes decían. Yaguar i guazú, así llamaban ellos al río que corre al este y más allá  se pierde en el Uruguay.
No sabemos cómo habrán nombrado a ese río los chanaes, porque de ellos, a pesar de que vivieron acá desde hace al menos dos mil años, se sabe menos. Probablemente los guaraníes fueron más poderosos en la transmisión cultural, con seguridad también fueron más; o quizás también, esas voces guturales se escucharon con más fuerza desde los barcos.
Nuestra historia, gualeguaychuenses [yaguariguazuenses], tiene más de 200 años. ¿No es hora de que vayamos conociéndonos desde el comienzo?.

Les dejo una canción, un artículo ya publicado en estos mundos, y una linda experiencia personal.







7/4/13

:)


...Yo llevo tu sonrisa como bandera, 
y que sea lo que sea...

31/3/13

a Damián

Primero habrá sido tu mirada, como casi siempre sucede. No me costó, a pesar de la música fuerte y la gente alrededor, darme cuenta de que eras un tipo bueno. Y para colmo hiciste eso de bajar el mentón y mantener fijo en mí a ese par de bolillones tan oscuros, tan brillantes. El corazón me latió un poco más fuerte y probablemente se hayan enrojecido y mucho mis cachetes, pero lo disimulé. Cómo podía ser que así como si nada se me moviera de esa manera la estantería.
Siempre fui enamoradiza, está bien, lo admito, pero tarde o temprano (y muchas veces más temprano que tarde) encontraba ese "algo que no me cerraba". Con decirte, Negrito mío, que minutos antes había resuelto quedarme sola, feliz y sola, alejada de cagones inmaduros que-no-saben-lo-que-quieren y de aquellos otros, la mayoría, que sólo tienen espuma de fernet con Coca y entradas free para el boliche en la cabeza.
Me gustaron tus manos. Luego el timbre de tu voz, tu sonrisa con todos tus dientes, y esas cosas que decías que me hacían reír. 
Me tenés encandilau, como  a una vizcacha. 
Percibí de inmediato tu inteligencia, y entonces, estalló un grito de gol de domingo en la Bombonera. Sin embargo hacían falta unas buenas charlas para encontrar lo fundamental, porque hay diferencias que mucho no cuentan, que son divertidas y hasta diría que es saludable que las haya, pero hay otras cuestiones en las que hay que coincidir para caminar juntos.
Como ya te he dicho: la tenés re clara, más que yo. En las reglas ortográficas y en las ideas. Te has equivocado y feo (porque sos imperfecto), y tus miserias te duelen (porque nivelás para arriba). Sabés quererte y así querés a los demás, con la dosis justa: sin egolatría, sin idolatrías, y sin desprecio.
En algún momento de aquellas charlas de calor y cerveza pensé que serías un buen compañero más allá del verano, que tus chistes eran lo suficientemente buenos como para transformar en sonrisa mis duelos, que me llevaría bien con tu familia a pesar de no cantar ni tocar instrumento alguno y que le caerías muy bien a los míos, que podría aprender muchísimas cosas y conocer rincones de verdes y de aguas dulces de por acá cerca porque me dijiste que te gustaba esta ciudad (como a mí), que me acompañarías a rezar sin cuestionar por qué lo necesito tanto, que serías capaz de casarte conmigo y que me ayudarías muy bien a transmitirle valores a los hijos que pudieran llegar.
Tres años desde aquel encuentro entre la música fuerte y el amanecer inminente no son muchos, menos aún los dos de matrimonio, pero bien vale la pena celebrar en el alma el acierto.
Te amo.

2/4/2011  -  2/4/2013

23/3/13

extremo inferior derecho





Hoy encontré esta foto en Facebook y como quien juega a buscar a Wally me entretuve reconociendo gente. No esperaba encontrarme a mí a pesar de que esa posibilidad existía, de manera que cuando me vi fue suspensivo. De repente vinieron muchos recuerdos. La foto fue tomada durante la marcha al puente internacional General San Martín del 2008. Fue de las más concurridas a pesar del mal tiempo. En ese entonces trabajaba para un programa de la tele local, por eso voy caminando junto a un camarógrafo. Jorge se llama. Me gustaba grabar informes y luego participar de la edición. Disfrutaba mucho de mi trabajo. Ahora también. Bueno, en realidad siepre disfruté y eso me alegra y mucho. En este oficio una se va reinventando cada día, es imposible dejar de aprender. Los temas del día de a poco van quedando atrás mientras nacen nuevos. Y ahora los testimonios son otros, otras las voces, otros los reclamos y las historias que se convertirán en noticias de  tapa. Hoy podemos hablar del hombre accidentado en la ruta y familiarizarnos con términos médicos y mañana hablaremos del aumento de salario escalonado que el gobierno ofrece a los estatales. 
Bienvenido al periodismo todo aquel que se aburre en la monotonía.
Ayer la foto me mostraba en medio de un reclamo ambiental. Mañana no sé dónde. ¿Acaso no es fascinante?