9/10/14

a tres días del desfile

Las manos frías (siempre frías) de tanto meterlas en el tacho con engrudo. Papeles de diarios desparramados por todo el galpón. Un café aguado en un tazón compartido para vencer el sueño y avanzar. Es que ya falta poco, el sábado es el desfile y es inadmisible presentar la carroza inconclusa. Nada nos importa más, por eso pedimos un par de faltas en el colegio y por eso nuestros padres nos entienden cuando llegamos tarde a casa, oliendo a humo, harina mojada y cigarrillo.
Las bicis ya no tienen dueño, quien necesita ir a comprar electrodos manotea la que está al alcance y sale. Las chicas aplicadas llevan la cuenta de lo que vamos gastando, las menos vergonzosas salen a vender alfajores de Maizena a los vecinos. Nos tranquiliza saber que otros cursos están más atrasados, pero tampoco es cuestión de nivelar para abajo, la Villa tiene una buena trayectoria con las carrozas primaverales y el objetivo, como en toda competencia, es ganar. Ojalá no llueva. Estamos decorando el traje del espantapájaros con semillas de sorgo, maíz, girasol y arroz; si suspenden el desfile todo eso empezará a emanar olor a podrido. Las chicas de las cebollas conversan mucho y avanzan poco, una salió a la vereda argumentando sentirse mareada de tanto inhalar Poxipol. El coordinador dijo que al perejil hay que hacerlo de nuevo, está mal, está feo. Desde el pequeño equipo de música que trajo Diego se escucha La ley, ese trío chileno que acaba de grabar un unplagged en la MTV. No hay mucho para elegir, si no son los chilenos será el santafesino Leo Matioli, Rodrigo, y sino Los mensajeros del amor.

...él soy yo, 
el que te escribe canciones soy yo, 
cada palabra o detalle que te hace temblar 
no es mas que el sentir 
de mi corazón que te ama de verdad...

Y las charlas sin apuro, los amores que se confiesan, los colaboradores de otros cursos, el junior de Río que viene a dárselas de amigo para que de una vez por todas firmemos y viajemos a Bariloche con ellos; los asados del ruso, los sermones del Mondra para que dejemos de fumar; todo se va yendo. Nos vamos quedando sin tiempo, se viene la noche del desfile y ya nos vamos a quedar sin excusas para pasar tantas horas juntos. Lo presiento, limpiar y devolver el galpón será más que haber terminado y expuesto nuestra carroza; el premio, si lo hubiera, ya es algo anecdótico.

Las manos del espantapájaros y las mías.
Septiembre 2001.

8/10/14

para que algún día leas

Amo esos ojos (tus ojos) que me miran como nunca nadie me había mirado antes.
Amo esos abrazos gorditos en mi cuello,
                                                                y esas caricias de tu piel nueva con mi piel curtida. Tus manitos torpes, como espuma. Este amor blando, puro y suave que me desmorona.

Amé saberte dentro de mí.
Sentir tus movimientos, cantándonos.
Esperarte al sol imaginándome tu voz y preparando mi cuerpo y mi alma entera para recibirte, porque sabía que me necesitabas toda.
Amo locamente ser mamá, pero más amo que vos, rusita linda, me lo digas.
Prometo acudir a vos siempre que me llames, como hacés ahora, escandalosa, para mostrarme las "mumas" y las brujas. Seguiremos saboreando ensaladas para que papá se pregunte qué le encontramos de rico, y preparando las tortas de su cumpleaños. Y vamos a salir a caminar agarraditas de las manos hasta llegar a la plaza. 
                      Descubriendo el mundo a cada paso.
Y cuando ya no te interesen las hamacas nos sentaremos a charlar, a reír y llorar; y compraremos helado. 
           De frutos del bosque, de dulce de leche y de sambayón. 

Te amo y amo todo lo que implica ser tu mamá: las horas de sueño interrumpidas, las corridas al hospital, los temores, los pañales, el cansancio y sus ojeras, mis renuncias, el desorden en la casa, la ropa sin planchar, los crayones (siempre tan cerca de las paredes). Todo.

Abrazo gordito