25/9/13

mamá

Así me pasaba largos ratos al día. Con la pera rozando la clavícula; consternada, embelesada, mirando y admirando mi propia panza. No recuerdo haber vivido algo más suspensivo que la vez que sentí que se movía. Mariposas-pececitos-burbujas. Y mis ojos bien abiertos, y mis latidos acelerados y mi respiración retenida por si se llegaba a repetir...¡Por Dios! Un ser humano estaba formándose adentro mío. ¿Cómo puede ser que antes de que me pasara a mí lo haya tomado con tanta naturalidad?. Cuántas preguntas. Cuánta ansiedad. Miedos y sueños y proyectos bailaban dando saltos, y me desvelaban. La esperaba desde siempre, mucho antes de la primera incertidumbre frente al almanaque; la esperaba desde el momento en que entendí mi condición y supe que algún día yo también podía ser mamá.

16/9/13

la princesa Agustina











Días atrás la Policía de Concordia descubrió en la calle a una nena de 12 años ejerciendo la prostitución. Cuando se acercaron a ella, les dijo que era su mamá la que la obligaba a acostarse con hombres a cambio de dinero, que luego debía entregarle. También contó que su mamá también obligaba a sus hermanas a hacer lo mismo.
La nena se llama Agustina, y ahora está en una residencia dependiente del COPNAF (Consejo Provincial del Niño el Adolescente y la Familia).



En medio de la maraña informativa de este lunes aparece, como una isla tenebrosa, esta 
noticia. 
¿Podrías detenerte unos segundos y ponerte en el lugar de Agustina? 

Feo, ¿no?

Probá un rato más. 
Pensá en la noche, en el frío, en lo lindo que sería estar al lado del fuego en lugar de estar 
caminando por estas calles inhóspitas, con estas botas y esta ropa incómoda que obligaron 
ponerte. 
Las nenas de tu misma edad todavía se ilusionan con historias de princesas, que usan vestidos
amplios y bailan. 
Son lindas, y lucen felices las princesas... 
Pensá en esos hombres, enormes. Enormes si, son mucho más grandes que vos y tienen 
mucha fuerza. 
Te dan asco. Mucho asco. Escupirías sus caras cada vez que los ves acercarse. Y saldrías 
corriendo con tal de evitar las manos. Otra vez las manos, y la saliva, y el dolor, y la sangre.
Y el dolor.
¿Pero adónde? ¿Quién podría ayudarte?
Esa vez que intentaste resistirte, el hombre se enojó mucho y recordó que había pagado 
dinero para que vos te portaras bien y hagas lo que él te pidiera.
Tenés tanto miedo.
Estás tan sola. 
¿Quién podría llegar a darte amor, si ni tu mamá lo hace?.


Sin clientes no hay trata.
Desde el lugar en el que estés en esta sociedad hacé lo posible para evitar Agustinas tristes.

4/9/13

visitas guiadas

Lo que voy a relatar ahora probablemente ocurra en todas las visitas guiadas, o al menos en las que se generan en torno a la vida de un personaje de la historia cuyos actos han originado controversias entre admiradores y detractores. Justo José de Urquiza aún los tiene, y en cada contingente de turistas que llega al imponente palacio que el general construyó de la manera más europea posible y donde vivió hasta ser asesinado a balazos, se encuentran ejemplares de cada bando.
Al comienzo del recorrido todos permanecen callados y atentos a las prolijas descripciones del guía, pero a medida que la visita avanza van tomando confianza y se sienten preparados para ampliar la información suministrada, emitir opinión e incluso disentir con el relato. Entonces, empiezan a destacarse del resto, urquizistas y rosistas. Y todo sirve, hasta el más ínfimo aspecto de la vida doméstica, para desprestigiar a uno o a otro. ¡Me olvidaba! el que también entra en la jugada es Domingo Faustino Sarmiento, el padre "delaula", quien anduvo de visita por el lugar y según dicen, regresó a Buenos Aires sorprendido de los avances de los que eran capaces los hombres de las provincias. (El Palacio San José fue la primera construcción con sistema de agua corriente del país).

La última vez que recorrí el palacio fue en un grupo compuesto por un par de señoras probablemente solteras y claramente enamoradas de Urquiza, que conocían todos los detalles sobre su vida y eran capaces de perdonarle tanto su retiro de Pavón, como su apoyo a los aliados contra Paraguay. Y si alguien cuestionaba la frondosa descendencia del entrerriano, ellas lo justificaban diciendo que era un hombre apuesto. Pero no les fue fácil llenarlo de laureles, pues también nos acompañaba un matrimonio con acento porteño que fueron los encargados de agregarle los "pero" a las alabanzas, y de recordarle al guía lo mucho que también había aportado al federalismo Juan Manuel de Rosas. 
A la frutilla del postre de este paseo, y lo que lo hace más suspensivo aún, la obtuvo Damián, él escuchó cuando una de las septuagenarias admiradoras le dijo a la guía al terminar la visita: "Gracias querida, me refrescaste todo lo que ya sabía".