9/7/09

las rotas cadenas

Siempre igual yo... en vez de acordarme de las cosas importantes, recuerdo todas las boludeces que rodean a las cosas importantes.
Hoy podría lucirme con algo que haya aprendido cuando visité San Miguel de Tucumán, pero no.
Pagué 5 pesos a la guía de la Casita porque supuse que sería un buen aporte a mi cultivo intelectual y ahora, en vez de recordar cuántos eran los congresales que llegaron hasta allí a declarar independiente a estas hermosas tierras, se me viene a la memoria la guía que, menudita y sin sonido de "y" en su discurso, tiraba uno tras otro datos y más datos sin trastabillar ni en una coma y que al final de cada idea respiraba, miraba al contingente de turistas y decía: "¿Preguntas?", y sin dar lugar a las preguntas seguía, rapidito rapidito y sin Y.
Recuerdo sí, que en un momento quiso saber con qué colores dibujábamos en la escuela primaria a la histórica casa y que una señora de pantalones anchos contestó "verde y amarilla". Respuesta ideal para darle pie al siguiente dato de la guía que, con cara de quien rescata a alguien de un error con el que convivió toda su vida, dijo que las paredes de la casa de Francisca Bazán de Laguna nunca fueron amarillas. En ese entonces las casas eran color cal o bien medio rosaditas, tonalidad que se lograba mezclando la cal con sangre de buey.
Y nada más... mi intelecto no retuvo el ancho de las paredes, los representantes de qué provincias no alcanzaron a llegar a tiempo, ni cuánto demoraron en redactar el Acta de la Independencia de las Provincias Unidas. Nada. Mientras la guía decía todo eso yo pensaba que con Lu pronto íbamos a tener que encontrar un lugar donde comer tamales o alguna humita en chala y a ver si así compensábamos la desilusión que nos habían causado las empanalillas de dulce de cayote.
Hoy, ya lejos de la curiosidad de los tamales, reconozco el esfuerzo que hicieron unos cuantos hombres para llegar hasta allá antes que las tropas de los realistas y declararse y declarar a quienes representaban, independientes de la corona española.
También dudo que, habiendo pasado tantos años de todo eso, algún argentino de hoy logre tomar real dimensión de lo que debieron significar para esos hombres las rotas cadenas. De no ser así, se notaría menos la obligación y se percibirian más las ganas de festejar el 9 de julio.
Seguiré pensando en esto, por lo pronto: Al gran pueblo argentino, salud... y memoria.
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4 comentarios:

  1. pero Chula! mirá las cosas que decis!!!!

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  2. Cada vez mejor vos. Me encantó. Besos!

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  3. Muy lindo, yo el 9 de julio fui a pasear por la Plaza de Mayo (Cap. Fed.) y creo que nadie de los que paseaba por esa plaza era donciente de la importancia de este dia ya casi 200 años atras

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Yo también me suspendo con lo que decís