22/5/13

del patio a la salsa

Ya lo he dicho: yo de botánica, cero. Distingo apenas un par de especies arbóreas y las flores, a excepción de las más conocidas, se me confunden todas. Creo que de niña no me cultivaron el interés por esta parte de  la creación, sí el respeto, sí el cuidado, pero la instrucción fue poca y nunca nada que estuviera aferrado a la tierra alcanzó a maravillarme.
Una vez plantamos un árbol en el patio del colegio, pero el proyecto fue tan colectivo que se diluyó. Fuimos todos y por lo tanto nadie en particular (y menos yo). No recuerdo de qué especie se trataba y nunca me acordé de observar cómo crecía. No sabría decir exactamente dónde está, si es que aún está. También tuvimos una huerta. Todos los terceros grados cuidaban una durante el año. Yo prefería sacar los yuyos con un cuchillo viejo de mi abuela y abocarme más bien a la confección y mantenimiento del espantapájaros.
Sin embargo ahora, que estoy grande y sentada al lado de la ventana que da al patio, me conmueve ver tres frutos rojos agobiando con su peso los gajos de la planta de morrón que yo misma planté. Sin tener ni la más mínima idea de cuál sería el lugar más apropiado y sin otorgarle mayor cuidado que el de echarle un poco de agua cuando pasaban días sin llover, nacieron morrones. Y son mis morrones, y los puedo cortar en cubitos  chiquititos y ponerlos en la ensalada como hago con los morrones que compro en lo de Chiche.
Es vida y es alimento que se ofrece generoso desde ese rincón de nuestro patio.




1 comentario:

  1. Ella y su plantita, jaaj
    A mi me encanta mover las hojas de albaca.Por que será que se huele solo cuando se mueven?

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Yo también me suspendo con lo que decís