26/12/11

El ángel de Sábat

"El ángel de Sabat", así tituló la tía Marga lo que escribió a poquitos días del fallecimiento de mi viejo, y así tituló el correo electrónico en el que me lo mostró.
Empecé a leerlo sin saber de qué se trataba. Marga suele enviar textos deliciosos, suyos o de otros y siempre vale la pena frenar y saborearlos.
Ese que llegó el 15 de noviembre resultó ser suyo, resultó ser bello, espontaneo y puro. Luego de leerlo dos o tres veces y con mis cachetes empapados pensé en pintar ese ángel, no como Sabat, sino como yo podría hacerlo, pero sin embargo no he podido/querido/intentado/sabido...
Y ante la ausencia de valor para el pincel rescaté una foto que le saqué hace poco más de un año en el campo, el lugar donde más era él; y con esa me quedo para hacerle compañía a las palabras que le puso Marga a su recuerdo:




Sentada en la incómoda butaca del ómnibus que la lleva desde La Plata a Retiro, cuando el sueño va ganándole la partida a sus tercos párpados, un golpe de lucidez potente como un rayo, sacude su letargo y le trae desde los meandros de su caprichosa memoria, la presencia casi tangible de ese hombre grandote y buenazo, de mirada profundamente clara y mansa. Escucha, cree escuchar: "Qué suerte que llegaste, negra, sabía que vendrías a tomar unos amargos". Apenas eso decía -recuerda- mientras cebaba despaciosamente sus mates, como parte de un ritual ineludible y compartido, matizado con su charla pausada y parca.
  Piensa, ella piensa que esos ojos claros de mirar hondo y sin dobleces se cerraron hace unos días... ¿para siempre?  Un espejo hecho añicos aún conserva aunque sea en un mínimo trozo algo de lo que ha reflejado, recuerda que leyó algo así, no sabe exactamente dónde... ni siquiera importa. Algún espejo se asemeja a esos ojos, guarda  esa figura de una manera insondable, piensa. 
  Tal vez sea cierto lo que escribió Sabina y en una de ésas hay sonidos de acordeones en el cielo. En una de ésas.... Pero debe ser uno solo ese acordeón. Uno solo. Y acariciado por las manos  de ese hombre altísimo, bello, con cara de bueno, regalando mansedumbre y una calma tan necesaria para los corazones heridos.
  Y quizás existan los ángeles, ¿quién sabe? Ella  necesita  creerlo. ¿Será como una de las  tiernas caricaturas de Sábat?  Seguramente, se dice. Lo más probable es que sea uno de esos  ángeles, con un enorme corazón, profundos ojos claros y abrazado a un acordeón, debajo de un arco de fútbol. Porque, sigue recordando, dicen que fue arquero, que atajaba  hasta las pelotas imposibles. Tal vez por eso, porque  estaba acostumbrado a defender el arco, a atajarlas a todas, se olvidó de una última gambeta.
  El ángel de Sábat detiene su mirada clara en éstos, sus oscuros ojos brillosos, le ofrece un último mate amargo.  Y ella piensa que esos gestos alcanzan para llevar  paz a su corazón un poco destartalado y siempre inquieto.
 

7 comentarios:

  1. Será que estoy sensible en estos días (más de la cuenta: con la pulpa al aire, diría, ya que es lo más gráfico que se me ocurre), pero no sólo este post y su texto solidario, sino la exploración de este y otros blogs en tu perfil me hicieron... no sé, ¿viajar?
    En este texto está el eco de muchas emociones que el tiempo sólo podrá transfigurar, pero nunca cambiar del todo.
    Un gran abrazo desde el alma y un brindis por las emociones y las palabras: que nos acompañen siempre. Ah... y muchas felicidades también :-)

    ResponderEliminar
  2. Hace tan poquito y parece tanto el tiempo...
    El sol en el pecho (en la lengua del paraíso) palidece un poquito, algunas gotas saladas hacen acuosos los ojos de la pasajera del ómnibus y el ángel de Sábat viene con su acordeón para recordarnos, Sabi, que la muerte no puede con todo. Y que sí le haremos unas gambetas, porque aunque yo sea una patadura vos me ayudarás con tu agilidad, y nos queda la alegría y eso alivia.
    Te quiero tanto! Desde tus ávidos ojos de agua, mirándome fijamente, abarcando todos mis cuentos y las canciones de M. E. Walsh, cuando yo llegaba, lejana y ajena a tu mundo coitidiano de la mano del tío Martín, vos chiquitita tal vez preguntándote qué estaba haciendo "esa" (yo) allí.
    Besos, bella.

    ResponderEliminar
  3. Bellísimo, bellísimo!!!

    ResponderEliminar
  4. Qué bello texto y que gráficas las palabras que eligió Marga al redactarlo.
    La foto es lo mas! Tan alto, tan guapo, tan bueno, tan manso.
    Tan Osvaldo*

    ResponderEliminar
  5. Gracias mujeres! no es tan fácil hacer público cosas tan íntimas, pero ya he entendido que a estos mundos lo visitan almitas tiernas que se erizan, lloran, se indignan y se ríen casi de las mismas cosas que yo.

    Chin chin

    ResponderEliminar
  6. Totalmente cierto lo que dijiste a lo último... ¡estamos con vos en todo loca!

    Mis felicitaciones a Marga, quién escribe de manera exquisita...

    Como te dije en Twitter, en estas fiestas levanto mi copa por vos, Adelita y Don Osvaldo, que seguro lo hace por ahí... con un buen vino tinto, de esos que convidaba con una sonrisa :)

    ResponderEliminar
  7. Pasan los días, ya casi los meses (2) y me resulta imposible terminar de leer estas cosas, es algo que no puedo superar o mas bien no puedo asimilar.....no quiero llorar quiero mostrarme fuerte ante todos y sobre todo ante mi amor que sufre en silencio...a pesar de que luego de tantos años yo se que sufre y tambien trata de no dañarnos con ese sufrimiento, quiero que la angustia pase y tratar de recordar todo lo bueno que recibi de él.

    ResponderEliminar

Yo también me suspendo con lo que decís