1/3/11

El otro carnaval de Gualeguaychú

Hace unos días me propuse escribir también sobre el otro carnaval, el de los barrios, el de las cornetas, el de la espuma; pero toda intención se desvaneció esta mañana cuando abrí mi correo y encontré un mail de Fabián Magnotta, con una descripción que yo no podría superar. Antes que salga en la columna de maximaonline, se muestra en estos mundos:


Una Guía para viajeros, podría decir Cortázar. Acaso sea necesario que quienes lleguen a Gualeguaychú, conozcan que hay dos carnavales, y que no compiten entre sí.

Es reconocido el llamado Carnaval del País, que se realiza cada verano desde 1997 en el corsódromo. Pero también está el viejo carnaval, el corso tradicional, que vuelve con el paso de las murgas de la historia y que perdura desde los barrios y vive buscando su lugar.


Es innecesario y además incorrecto establecer una competencia.

Gualeguaychú logró imponer su nombre más allá de sus fronteras desde ese Carnaval del País. La transformación se produjo en el verano de 1981, cuando surgió la propuesta de teatro a cielo abierto como fruto del trabajo –sin manual- de diez clubes y entidades sociales, con acompañamiento municipal. Fue un desprendimiento de los corsos tradicionales para construir el espectáculo más grande del verano en la Argentina , y uno de los principales carnavales del mundo.

Una genialidad artística y comercial, si se quiere, en un país bipolar que se ha obstinado en oscilar entre la esperanza y la desolación. Una propuesta que incluye otras riquezas, como el aporte de artistas que crecen desde las carrozas estudiantiles (espectáculo que ya pasó el medio siglo) y más cerca en el tiempo desde una primavera teatral que se instaló en la ciudad. Es el carnaval que todos conocen, el que genera un movimiento económico que iguala el presupuesto anual municipal y que abrió las puertas a un proyecto turístico. Un carnaval que como construcción colectiva en Gualeguaychú supo disfrazarse de progreso y de arte.  El ritmo de Brasil, la fuerza nacida desde el pie de las murgas uruguayas, otro poco de las plumas de Corrientes, pero fundamentalmente fue y es la sangre de Gualeguaychú la que edificó este show imponente.

El Carnaval de Gualeguaychú, como el corsódromo del Parque de la Estación , refleja las luces que se encienden en el escenario donde por años funcionara la estación del ferrocarril, un lugar ligado al puerto y al legendario Frigorífico Gualeguaychú a través de la Calle de Tropas. Turismo en lugar de producción, trabajo al fin, y menos contaminante. Una utopía realizada de plumas, de enormes carrozas, de estandartes, de batucadas y de pasistas.

Un mundo de glamour, de brillo, de esplendor, de majestuosidad… tales las palabras a las cuales recurrimos los periodistas para los títulos. El sueño de deslumbrar, la admiración, el arte, las luces que estallan, los cuerpos que se adueñan del show, la creciente profesionalización, el marketing, las coberturas, los VIP. Las cámaras de fotos que se pelean en la multitud. La música en medio de un lugar donde todo el año es silencio, los atrevidos trajes de dioses y de diosas, los desnudos en un pueblo donde todos se esconden.

Pero, debe aclararse al desprevenido viajero que en Gualeguaychú existen muchas más páginas escritas: con sus variantes, el carnaval siempre rompió las tardes y las noches de los veranos.





Carnaval de siempre

Hay otro carnaval, así con minúsculas nomás, como se escribe carnaval. No como marca, sino como genérico.

El de siempre, con “s” minúscula también, por eso cuesta encontrar el origen. Hay por allí un decreto municipal firmado en 1840, cuando se ordenaba celebrar el 29 de noviembre la Convención de Paz entre la Confederación Argentina y la Francia con un festejo de carnaval, aunque ocho años más tarde otro decreto prohibiría “ LA BARBARA COSTUMBRE DEL CARNAVAL...POR LA DEFENSA DE LA SALUD , LA MORAL Y LA CULTURA QUE DEMANDAN LA RELIGION DEL ESTADO Y EL ACTUAL SIGLO DE LUCES”.

Así las cosas, el primer CORSO DE CARNAVAL se realizaría el 5 de marzo de 1876, como quedó registrado en una edición del suplemento Cuadernos de Gualeguaychú, del diario El Argentino.

Se llaman Matecito por un payaso (Blanc de apellido) que tenía ese nombre, bien entrerriano, bien de barrio, bien de desayuno en las casas. La simpleza, la belleza y la alegría posible.

En realidad, el área de Cultura de la Municipalidad hizo esfuerzos para organizar y recuperar la fiesta en los años 90, cuando parecía que todo se iba apagando sin que nos diéramos cuenta. Ojalá aprendamos la lección de conservar la columna vertebral en cada cosa que hagamos.

Corso rioplatense de los pobres o de todos, el concepto del carnaval como fiesta de encuentro. Y después, como canta Serrat, el pobre que vuelve a su pobreza y el rico que vuelve a su riqueza.

Su cielo es de sencillas guirnaldas. No hay glamour, sino el brillo sólido y opaco de las raíces. Los barrios que se organizan, se concentran y salen, con el estandarte del orgullo para competir. La alegría mezclada con la sonrisa triste del payaso de barrio.

 “Negra…¿dónde están mis guantes/mi galera felpa/mi viejo bastón?/ Negra/dónde están mis lentes/mi camisa a raya/y mi frac pintón?”, cantaba el Canario Luna aquellos versos uruguayos de Pedro Ferreira, para graficar la mística de los preparativos.

La galera, la pechera, el bastón, las máscaras, la broma del autor desconocido, el artista escondido, las voces finitas, las muecas, la reivindicación del derecho a la alegría que no figura en los códigos, la convivencia de duendes, magos, antifaces, cañas, pieles embadurnadas, la mística y la queja tristona que habitan y seducen en el territorio murguero.

Ser alguien una vez al año, planteó Abelardo Otero Wilson, que también se detuvo en el “payaso sin circo”. El carnaval que no busca deslumbrar, sino divertir. La música dulce, casi pegajosa de las cornetas, que atraviesa el aire. El mismo aire que pinchan los bastones. El mismo aire que suspende el salto del murguero con hilos invisibles. La lluvia de espuma, que vendría a ser el reemplazo moderno de jugar con agua, aunque debe aclararse que no vale cometer homicidio.

Por ahí se mezclan algunas imágenes con el Carnaval del País, que vendría ser el hermano rico, grande y exitoso. Los corsos también son una escuela de batuqueros, como algunas chicas muy jóvenes exhiben vocación y poses de pasistas del carnaval espectáculo.

Desde hace unos años le dieron el viernes, y por ahora sigue ahí. Es el carnaval sin ticketek, donde el invencible Momo se quedó.

-Tengo los videos grabados para mirar el carnaval en invierno. Mi vida es esto…es para extrañar menos el carnaval- me dijo una murguera con historia.

La mueca que queda dibujada a fuego, la burla a la rutina, por unas horas la gambeta a las penas, una “reina” que es un albañil bastante feo, pero –como decía Borges de Almafuerte- lo salvan la fuerza y la convicción, el papel picado, el sonido de celofán, y la serpentina que queda eternamente suspendida en el aire, para que después sólo la vean los privilegiados de la dulce nostalgia.

Se va, o parece que todo se va cuando la noche termina. La sabia mezcla de alegrías y lamentos, los papelitos que vuelan, un vaso roto, un tarro de espuma aplastado, una silla caída, un noviazgo que nace, una mirada que no conocerá el olvido, el perfume de una reina con otra belleza, las huellas de los pasos de los murgueros, el traje que esquivó la rutina y cae en una silla, el sencillo paraíso de guirnaldas, los zapatos cansados, la sonrisa pintada en el rostro con colores que no están en el muestrario del reloj cotidiano, la fantasía colada en la simpleza, la expectativa, el entierro para reírse de lo inevitable, todo en el “otro carnaval”, el de siempre, la murga que gira y esa corneta que regresa a su soledad y a su maldita condena de silencio de once meses, y que sabe en el fondo que la vida siempre da revancha.

4 comentarios:

  1. Que bueno!
    Me meteré en la murga de mi pueblo, esa de los sencillos esplendores.
    Quiero vibrar al son de los tambores y al ronco tararear de las cornetas...
    (diría mi papá en "CORSO BARRIAL")

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  2. Qué lindo! Me gustó eso de "el carnaval sin ticketeck", ja

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  3. Fáaaa! El carnaval... el corso. Muy bello. Decir algo después de esto, sería terrible. Muy buen texto de Magnota.

    El carnaval. Todo el... dejándonos suspiros a su partir.

    Que lindo es que tengamos en Concepción dos murgas (estilo uruguayo) que nos traen un poco de carnaval durante el año...

    Salú!
    (Justo estoy posteando un texto sobre el carnaval).

    ¡Feliz carnaval a todos!

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  4. LLegue ayer recien a uno de los apartamentos en buenos aires a donde me mude!! Vi carteles de que hoy iban a haber murgas en diferentes lugares. Me pueden decir donde???

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Yo también me suspendo con lo que decís