Lo que voy a relatar ahora probablemente ocurra en todas las visitas guiadas, o al menos en las que se generan en torno a la vida de un personaje de la historia cuyos actos han originado controversias entre admiradores y detractores. Justo José de Urquiza aún los tiene, y en cada contingente de turistas que llega al imponente palacio que el general construyó de la manera más europea posible y donde vivió hasta ser asesinado a balazos, se encuentran ejemplares de cada bando.
Al comienzo del recorrido todos permanecen callados y atentos a las prolijas descripciones del guía, pero a medida que la visita avanza van tomando confianza y se sienten preparados para ampliar la información suministrada, emitir opinión e incluso disentir con el relato. Entonces, empiezan a destacarse del resto, urquizistas y rosistas. Y todo sirve, hasta el más ínfimo aspecto de la vida doméstica, para desprestigiar a uno o a otro. ¡Me olvidaba! el que también entra en la jugada es Domingo Faustino Sarmiento, el padre "delaula", quien anduvo de visita por el lugar y según dicen, regresó a Buenos Aires sorprendido de los avances de los que eran capaces los hombres de las provincias. (El Palacio San José fue la primera construcción con sistema de agua corriente del país).
La última vez que recorrí el palacio fue en un grupo compuesto por un par de señoras probablemente solteras y claramente enamoradas de Urquiza, que conocían todos los detalles sobre su vida y eran capaces de perdonarle tanto su retiro de Pavón, como su apoyo a los aliados contra Paraguay. Y si alguien cuestionaba la frondosa descendencia del entrerriano, ellas lo justificaban diciendo que era un hombre apuesto. Pero no les fue fácil llenarlo de laureles, pues también nos acompañaba un matrimonio con acento porteño que fueron los encargados de agregarle los "pero" a las alabanzas, y de recordarle al guía lo mucho que también había aportado al federalismo Juan Manuel de Rosas.
A la frutilla del postre de este paseo, y lo que lo hace más suspensivo aún, la obtuvo Damián, él escuchó cuando una de las septuagenarias admiradoras le dijo a la guía al terminar la visita: "Gracias querida, me refrescaste todo lo que ya sabía".
Jajajja tal cual. Muy divertido.
ResponderEliminarOtra fué viendo las camas. Alguien dijo:"Que cortitas, seguro era petiso Urquiza".A lo una de estas le respondió: " Si pero bastante fornido"(poniendo brazos en jarra)
"petiso pero me la piso", dicen que acotaba a cada insulto recibido el General.
ResponderEliminarMítico. Y creo que nunca dejará de serlo, más allá de que seas porteño o del interior. Genial Relato Sabi...
Me quedo con el "un grupo compuesto por un par de señoras probablemente solteras y claramente enamoradas de Urquiza" mortal, jaja
Gracias, gente, se agradece que anden suspendido por acá.
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