Don Manuel Almeida fue un maestro rural, de convicciones firmes y valores enormes, que tenía como pasatiempo buscar fósiles de la mega fauna (gliptodontes, megaterios, mastodontes). Andaba en esto cuando un buen día encontró restos de cerámicas que contradecían lo que hasta el momento todos creían: que los aborígenes que habitaron el sur de la provincia no confeccionaban vasijas con asas y que tampoco las decoraban. Vaya sorpresa la de Don Manuel al ver las prolijísimas guardas en esos pedacitos de cerámica, y las asas, que no sólo formaban parte del recipiente sino que hasta tenían la forma de la cabeza de animales de la zona.
¿Cómo detenerse, cómo dejar a un lado aquel arqueológico entretenimiento cuando lo que los ojos descubren modifica la historia?
“En el nuevo mundo hubo alguna vez un pueblo que vivía feliz en una tierra fecunda, generosa y libre. Hombres libres, señores de la tierra, que dejaron de serlo cuando el suelo que habitaban comenzó a llamarse América”.
Manuel Almeida
Don Manuel Almeida, orgulloso de haberlo conocido.Lo vi mas en el monte que en la ciudad.
ResponderEliminarTodavía sigo asombrado al descubrir que mucho antes de que nazca Jesucristo había miles de Chanaes pescando en las costas del actual Gualeguaychú.
Y esa es la historia que corre por nuestras venas, y no la que cuenta y crean los hombres del norte, desde hace dos mil años...
ResponderEliminarAmérica por americanos (no 'para', que no se me malinterprete)... hermosa historia Sabi! Y seguro la Pachamama reclamó su lugar con el agua, destapando sus entrañas para volver a hablar.
Qué lindo comentario Chuli!
ResponderEliminarEs lindo ver fotos de Damián chiquitito buscando en la tierra junto a otros chicos más y Don Manuel.
La nota completa saldrá en alguno de los números de VER