No recuerdo exactamente la cuadra en la que se sumó a mi habitual y acelerado recorrido a pie desde casa hasta la radio, pero cuando quise acordar no iba sola. Fiel a mi derecha, o unos pasos detrás y por momentos adelantado, me acompañaba, a cambio de nada, un rubio peludo de ojitos dulces.
Cuando yo me detenía, pura y exclusivamente para observar qué hacía, él también dejaba sus patas quietas y además, levantaba la vista y me miraba.
Me entretuve el resto del camino poniendo a prueba su gratuita fidelidad. Si me retrasaba, al ratito se daba cuenta, se daba vuelta y me esperaba. Si me adelantaba, dejaba de olfatear canteros y de levantar la pata árbol por medio para mantenerse a corta distancia de mis talones.
A su momento llegó también la prueba de fuego: dos perros desesperadamente interesados en saber si mi acompañante era macho o hembra lo interceptaron en la esquina de San Juan y lo dejaron continuar recién luego de haber concluido el incómodo estudio hocicogenital.
Pasado el trance, siguió y siguió; hasta que el abundante tránsito de autos y gente de Rivadavia me perdió de su vista y del rastro que lo venía guiando.
Ya iba yo por el centro de la plaza Urquiza cuando me di vuelta y lo vi perdido entre los guardapolvos primarios que entraban a la Gervasio Méndez del otro lado de la calle. No estoy loca, me buscaba, pero supongo que el mejunje de colonias infantiles y fragancias de Avon lo despistaron demasiado.
Pasado el trance, siguió y siguió; hasta que el abundante tránsito de autos y gente de Rivadavia me perdió de su vista y del rastro que lo venía guiando.
Ya iba yo por el centro de la plaza Urquiza cuando me di vuelta y lo vi perdido entre los guardapolvos primarios que entraban a la Gervasio Méndez del otro lado de la calle. No estoy loca, me buscaba, pero supongo que el mejunje de colonias infantiles y fragancias de Avon lo despistaron demasiado.
Alguna vez conduje mi propia jauría por un rato
ResponderEliminarEse texto es encantador! cómo me gusta cómo escribis hdp!
ResponderEliminarAwwwwwwwwwwwww!!!
ResponderEliminarVos también escribís requete bonito! ^^
Me mata la carita de este perro. A la vuelta del negocio hay uno que vive durmiendo... pero está viejito y hecho pelota el pobre.
Cuando voy del chécale al centro shop lo veo, lo acaricio y el me cierra los ojitos tiernamente.
Son hermosos los perros callejeros.