Llueve, lo sé porque escucho el azote de las gotas contra el techo, y contra el asfalto que no está tan lejos. No es una lluvia copiosa, de esas que ensordecen el resto de los sonidos. Es el fade in o el fade out de un chaparrón.
Ladra un perro, con insistencia. Y otro más se suma, y yo imagino que le responde. Siempre, o mejor dicho desde que ví por primera vez la película de Disney "La dama y el vagabundo", creo que los perros se contestan cuando ladran.
La lluvia ya no se escucha. Quizás esté lloviznando, pero no tengo interés en corroborarlo. Total, ya entré la ropa.
Alguien olvidó el televisor encendido en la habitación de al lado y llegan, aunque borrosas, las palabras del guión de una telenovela. Cuando vivía sola solía dejar la tele prendida para simular compañía.
Una moto pasa alborotando la tranquilidad de este barrio de noche. Y el perro reincide. Y el otro también.
Por encima del hombro, pero por debajo de mi lóbulo derecho, me llega un suspiro chiquitito. Ella duerme; ajena a la lluvia, al guión de la telenovela, a los ladridos de los perros y la moto, y sueña con cosas que está intentando nombrar.
Miggguuuuchi
ResponderEliminarMozizzzz!!!!!
EliminarMozizzzz!!!!!
EliminarSos la única madre bloguera que leo con auténtico placer, la única sin imposturas y sin poses. Gracias por eso.
ResponderEliminar¿No era de "101 Dálmatas" lo de la comunicación vía ladridos en la noche?
ResponderEliminarSiiiiiiii, jajajaja es verdad. Le pifié con los perros y el cine. Igual, para que no pierda sentido tu comentario, voy a dejarlo así.
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