24/4/13

el dolor del asfalto


Andando por las calles de mi ciudad es probable que te encuentres con alguna estrella color amarillo pintada sobre la calzada, y si no se despintó por el paso de las ruedas, también podrás notar que dentro de la estrella  hay un nombre y una fecha. 
Se trata de la campaña de estrellas amarillas que también se realiza en otras ciudades argentinas.
Allí donde hay una estrella murió una persona producto de un accidente de tránsito. Los que llevan adelante esta campaña prefieren no decir "accidente" sino "hecho" de tránsito, por tratarse de acontecimientos que pudieron haberse evitado de no ser por el negligente incumplimiento de la ley por parte de uno o todos los involucrados. 
En Gualeguaychú ya se han pintado casi cincuenta estrellas. Y quedan otras por pintar. Nadie lleva la cuenta de cuántos han muerto en las calles. Parece mentira que sean tantos. Es necesario y es urgente que una vez que se pinten las que restan no haya nuevas por pintar.
En la esquina de mi casa hay una estrella que lleva el nombre de Miriam, una joven madre que venía desde el norte por calle Magnasco, conduciendo el auto acompañada por sus hijitos. Recuerdo el ruido del impacto. A mi vecinos, a mi suegro, a Damián yendo a socorrerla. El pavimento ardía porque era verano y su cuerpo tendido y dolorido sobre el asfalto no encontraba alivio. Los chiquitos lloraban y gritaban mamá, y las empleadas de la panadería los abrazaban. Cada minuto sin la ambulancia fue una hora, o una eternidad.
Miriam había frenado porque el semáforo estaba en rojo y avanzó cuando se puso en verde, pero un camionero que transitaba por el bulevar no cumplió las reglas y siguió andando cuando debería haber parado. Chocó el auto de Miriam, la puerta de abrió, y ella, que no llevaba cinturón de seguridad (porque en la ciudad para qué) salió despedida.
La campaña invita a la reflexión. Algunos se persignan y elevan una plegaria por ese ser que abrupta y dolorosamente se fue. Es que tenés que ser de piedra para no conmoverte al pasar por una estrella. Tenés que ser de aire para no ponerte el casco cuando andás en moto. Bastante zonzo si crees que no hace falta el cinturón en la ciudad. Necio si pensás que todo lo podés, incluso atender el celular cuando vas a volante. 
Ser parte de a masa del tránsito implica un compromiso mucho más serio del que crees. Es la vida de las personas lo que se pone en riesgo ahí afuera.



2 comentarios:

  1. Triste. Real...

    Y andan los pavos con parches para dejar el pucho, pero al volante y sin cinturón.

    Confieso que lo comencé a usar por una práctica simple: hacerlo cuando Adelaida, la chica francesa que vivió en casa 15 días, subía al auto y lo hacía de manera automática... así fuésemos a la esquina. La tipa se ponía el cinturón...

    Y el casco. Es tan difícil explicar. Y por ahí no queda otra que andar relatando casos trágicos de sesos aplastados en el pavimento a causa de la falta del casco. En mi ciudad, un chico de 16 años, Maxi (quién siempre conducía a alta velocidad en su moto) se mató un domingo de madrugada. Ver las caras de sus compañeros (el chico asistía a clases a la Alianza Francesa) cada vez que lo recuerdan, es un puñal retorciéndose adentro... y muchas ganas de que no pase más. DE que la "viveza" argentina, pase a ser otra.

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  2. Copio y pego ac{a los comentarios que otros lectores dejaron en Facebook sobre este mismo texto:

    Marga Presas: Impactante, Sabina.


    Pochi Lagamma: Muy bueno Sabi!!!!!Yo la vi tirada en el suelo...El accidente de mi hermano fue por una fatalidad....No tuvo responsables.....


    Silvia Razzetto: Gracias Sabi por esta letra! Y Gracias por la charla con Marta ayer a la tarde!

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Yo también me suspendo con lo que decís