25/10/12

28 de septiembre

Poco tiempo después alguien le diría que ese era el día del hincha de River, pero hasta pasado el mediodía no sólo desconocía ese dato sino cualquier otro que tuviera que ver con esa fecha pues ese era para ella un día como cualquier otro. En realidad no como cualquier otro, sino como esos días que no le recordaban a nada ni a nadie. No había cumpleaños, ni aniversarios ese día. Tampoco era feriado, ni cambio de estación. De no ser por aquello que sucedió, hubiera llegado la noche y ese hubiera pasado simplemente como un día más.
Pero quisieron las cosas que ese día se le cambiara la vida.
Después de una ligera ecografía tomaron asiento, el médico corroboró la fecha agudizando la vista frente a un almanaque de escritorio y le dijo sin preámbulos: "Tu bebé va a nacer hoy"; mirando esta vez también al hombre que venía acompañándola en cada una de las consultas agregó: "Vengan como a las cinco de la tarde que a las y media hacemos la cesárea".
Dos oraciones convirtieron ese día hasta el momento tan zonzo, en el más emocionante de todos. 
La siesta duró un siglo. 
Solos en la habitación (donde había empezado todo) se miraron a los ojos, casi no hablaron, se quitaron los zapatos y se recostaron, se abrazaron nerviosos, ella lloró un poco y creo que a él se le mojaron los ojos. También se sacaron fotos, porque en las próximas ya no habría panza y estaban acostumbrados a la panza; y luego rezaron, él arrimó su frente a la de ella, se tomaron fuerte de las manos y pidieron al cielo tranquilidad, gracia que llegó junto a la certeza de que todo iba a andar bien.
Miguelina viene llegando, recordó. Al fin lo imaginado tendría rostro, tendría olor.
Ese día, que había comenzado como cualquier otro, se fue sin que se diera cuenta. No supo cuándo amaneció de nuevo. No supo ni quiso saber nada de lo que ocurría allá afuera. 
Creía conocer el amor, estaba convencida de que lo había experimentado, que reconocía sus síntomas, pero cuando la vio por primera vez entendió que nada de lo antes sentido se comparaba con eso que ahora sentía. Esta vez el amor la desbordaba, le brotaba convertido en lágrimas y en leche. No le cabía dentro.
Ese día sintió que trascendía. 

23/10/12

un regalo para mamá


No me gusta demasiado que sea una foto de cocinas la que ilustre la noticia. 

22/10/12

no se qué hacer con tanta luz

Pocas veces he utilizado este espacio para compartir videos a pesar de que hay muchos suspensivos que se merecerían un lugarcito en este blog.
Esta grabación de la canción Diamante, de Jorge Fandermole acompañado por su guitarrista Marcelo Stenta lo merece.
Recuerdo la primera vez que escuché este tema. Fue acá en Gualeguaychú y por el mismísimo Fander. Aquella noche, antes de cantarlo él se refirió (con otras palabras) a esas cosas que en la vida nos pasan una poco de repente, sin buscarlas demasiado y que nos colman de felicidad. Esos regalos de gran valor. Esos diamantes.
Últimamente la estoy escuchando seguido, pues hay unos muchachitos por estos pagos que están preparando su propia diamantina versión.





Y si por acá anda alguien que como a mí, le gusta escuchar las canciones leyendo las letras, copio y pego:


Me han regalado un diamante y no se qué hacer con tanta luz;
abro mi mano un instante y brilla hasta el cielo limpiando el azul.
Es sobre todas las cosas mi piedra preciosa invisible en su faz
y en el envés transparente su forma latente se vuelve real.

Quién sabe por qué misterio elige mi pecho para anidar;
de qué incendiado silencio vendrá, de qué punto del mapa estelar.
Me agujereó la camisa marcándome adentro su cronicidad,
su pulsar de lejanía con relojería de puro cristal.

Ahora voy ya sin aliento planeando en el viento llevándolo al mar.
Voy a arrojarlo a la espuma entre el agua y la duna y a verlo brillar.
No puedo llevar conmigo este brillo cautivo, esta piedra lunar;
en mi campo oscurecido su luz de infinito no puede durar;
y él fulgura, fulgura, y me ciega su precioso don;
fulgura, criatura, libre de la noche de mi corazón.

A veces llega del cielo un presente que nunca nadie previó;
pero existe uno tan bello del que no quisiera tomar posesión.
Vino su luz del vacío y me duele ponerlo de nuevo a viajar;
este regalo tardío no puede ser mío sino del azar.

15/10/12

la industria del pezón

Créanme, hay muchas personas pensando en pezones; estudiando el comportamiento de los pezones, observando los tipos de piel de los pezones, las diferentes formas, tamaños y las reacciones de los pezones ante determinados factores.
Hay gente que tiene un pezón en la cabeza.
Hay gente que se ha llenado de plata los bolsillos gracias a los pezones.
Pensarán en los fabricantes de corpiños, pero no es a ellos a quienes me refiero, sino a los creadores de productos pensados pura y exclusivamente para el cuidado y sanación de los pezones cuando éstos están abocados al amamantamiento. Me refiero a los inventores de los escudos formadores del pezón, que como la palabra lo dice le dan forma de pezón al pezón poco agraciado; a quienes idearon los aireadores del pezón, que evitan el roce y permiten la cicatrización de los pezones heridos por la succión de los bebés; a quienes desarrollaron la línea de cremas de caléndula para pezones sensibles y agrietados, que alivian y suavizan a los pezones y que por ser atóxicas no le hacen mal al bebé si la mamá no se la quita antes de dar la teta; a los fabricantes de protectores mamarios, que evitan que las segregaciones de leche traspasen los corpiños y remeras de las madres, y a quienes sacaron al mercado las pezoneras siliconadas que se adaptan a los pezones y permiten así, amamantar sin dolor.
Ahora, que probablemente me hayan creído que hay gente pensando en los pezones, créanme también, mujeres, que agradecerán la existencia de esta gente cuando empiecen a dar de mamar, porque es hermoso, porque vale la pena. Porque, como dijo Maitena "es la síntesis perfecta entre mamá y amar".


12/10/12

mamá

"No tengo palabras para describir lo que siento", vaya si habré escuchado esa frase. Y cada vez que la oía pensaba que no encontrar palabras en nuestra lengua era imposible, que a quien decía aquello le hacía falta un diccionario porque si hay algo que en estas tierras abundan son las palabras.
Sin embargo la vida, una vez más, me baja el copete. Y acá estoy, dándole vueltas al asunto porque sé que algo tengo que escribir pero no se exactamente qué, ni cómo. Inventé este blog porque descubrí que nos rodean mundos sin prensa, demasiado simples como para salir publicados en los medios tradicionales pero lo suficientemente conmovedores para hacernos sonreír, asustar, o llorar; para cautivarnos, suspendernos. Cosas así nos ocurren a cada rato cada día. Ya lo dijo Borges mejor que cualquiera: “Entre cada tarde y cada mañana ocurren hechos que es una vergüenza ignorar”. Entendido de esta manera, materia prima no me ha faltado nunca; pero ahora, que acabo de vivir lo más intenso y visceral de mis días, me faltan las palabras.

Miguelina y Sabina